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Operación Impía

El rectorado de la UIB ha protegido al detenido

El vicerrector Jaume Carot despachó las primeras denuncias contra el catedrático Pablo Escribá con un "es la palabra de una persona contra la de otra"

Carot defendía en 2014, "le hemos dicho a Escribá que no responda directamente a los medios". B.ramon

El rectorado de la Universitat de les Illes Balears no puede fingir asombro en el día más negro de la entidad académica. La cúpula universitaria ha protegido al catedrático Pablo Escribá y a su equipo, presuntos responsables del mayor fraude científico en la historia de la institución con las ilusiones de enfermos terminales en juego. El amparo de la cúpula de la UIB no es una conclusión indirecta, obtenida a través de testigos. A mediados de noviembre de 2014 mantuve una conversación telefónica con el vicerrector de Investigación, Jaume Carot. En el tenso intercambio participó la jefa de prensa de la institución, ya jubilada. Las declaraciones fueron publicadas y no desmentidas en su momento. El número dos de Llorenç Huguet despachó las primeras denuncias contra su colega con un displicente "es la palabra de una persona contra la de otra". Escribá estaba blindado.

Ningún profesor de la UIB se ha sorprendido de los hechos ayer dilucidados en la detención policial, por alejado que estuviera su departamento del laboratorio de Pablo Escribá. Ante un hecho que involucra a la UIB, en cuanto titular de patentes puestas en tela de juicio por sus propietarias y porque la molécula milagrosa se expedía en el campus según los familiares de enfermos, la actitud del rectorado destacaba por su pasividad. En 2014, cuando el funcionamiento de los ya detenidos era notorio porque habían presumido de sus descubrimientos, el vicerrector Carot se limitaba a una medida peregrina. "Le hemos dicho a Escribá que no responda directamente a los medios".

Pues bien, si la primera parte de la conversación de este diario con Carot era publicada el domingo 23 de noviembre, al día siguiente llamaba Escribá al periódico, para dar su opinión. Precisamente quería manifestar que "no soy de los que se esconden. Las llamadas causan alarma social en las instituciones. Los ensayos están en las últimas fases y el tratamiento puede ser aprobado en la primera mitad del año próximo". No ha sido el camino seguido.

La primera denuncia formal contra los métodos del temperamental Escribá surgieron de dos doctoras de su equipo. Notablemente alteradas o asustadas, describieron hace tres años los mismos procedimientos que hoy se investigan en el laboratorio policial. En una decisión inédita según la propia Universitat, las científicas renunciaban a una patente obtenida por el equipo del ayer detenido, y de la que era titular la propia UIB. Aportaban serias dudas sobre el trabajo de laboratorio realmente llevado a cabo en la investigación, la piedra sobre la que reposa la confianza en la ciencia. Según una de las afectadas, "los ensayos con enfermos de Alzheimer no se habían efectuado".

De nuevo, los receptores de las dramáticas denuncias escogieron la vía mallorquina de no darse por enterados. O peor, porque una de las científicas recuerda que desde la cima de la UIB se les planteó una oscura propuesta de negociación, a partir del planteamiento de "qué tiene que pasar para que esto se arregle". Los catedráticos no se tocan, según ha aprendido el exconcejal palmesano Miquel Comes tras el calvario de hasta seis sentencias favorables por contar y demostrar judicialmente cómo funciona la UIB.

Llorenç Huguet reclamó dinero al consejo de sa Nostra que presidía, para contribuir a las rocambolescas iniciativas del Instituto Nóos de Iñaki Urdangarin, "porque lo ha dicho Matas". Es decir, no le coloca en el disparadero el problema ético que le plantea Escribá. Sin embargo, y según demuestra su exigencia financiera, el rector de la UIB es muy sensible a las altas jerarquías. Y en el asunto de las moléculas milagrosas, la Universitat ha dejado en ridículo a la Reina Sofía.

Fue la Universitat en su conjunto quien presentó en julio de 2014 "su molécula anti Alzheimer", por recurrir a la fórmula de este diario que negaban las doctoras que habían participado en los trabajos. Un "comunicado" de la UIB permitía a Última Hora titular "Ensayos en seres humanos". También se hicieron eco del trascendental descubrimiento IB3 y RTVE.

Sofía de Grecia veraneaba en Marivent y, ante el sensacional hallazgo, quiso visitar el laboratorio de la Universitat que había obrado el prodigio. Nada menos que el vicepresidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas telefoneó a Carot en nombre de la Casa del Rey.

De nuevo, los profesores avisaron al rectorado de la farsa regia que iba a desarrollarse en la UIB, y otra vez se eligió una solución de falso compromiso. La Universitat no avisó a la prensa de la ilustre visita, apenas si permitió que la entonces Reina pisara el laboratorio de Escribá, y la paseó por otras instalaciones adyacentes. Repartió a continuación la documentación gráfica de la visita. Con la perspectiva actual, qué mayor maniobra de protección puede diseñarse.

La cúpula de la UIB no desmintió jamás públicamente los hallazgos de Escribá. La institución no retiró su titularidad de la patente tras las serias advertencias de científicas de una trayectoria confirmada en su actual desempeño. Solo a preguntas de este diario, la Universitat remató que "le hemos dicho al responsable (Escribá) que no mencione a los humanos". Y guardaban el material en una carpeta azul.

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