El aeropuerto de Palma opera ya con normalidad después de los 'problemas informáticos' sufridos el pasado miércoles y que sumieron en el caos a Son Sant Joan. El incidente provocó que el retrasos inmediatos en más de cien operaciones de entrada y salida de la isla, y demoró la operativa durante un inicio de vacaciones en el que estaba programado el paso por Son Sant Joan de 508 aviones con capacidad para más de 78.000 personas.

El caos en el aeropuerto empezó a la una del mediodía. Para esa hora estaba previsto el despegue de un vuelo de Ryanair con destino Bolonia, que finalmente salió a las 15.09 horas, con 133 minutos de retraso. Luego todo ha ido a peor. Enaire, informó minutos después de que "problemas técnicos" obligaban a suspender por "razones de seguridad" indefinidamente los despegues, para dar prioridad al aterrizaje de los aparatos que ya estaban en el aire.

Al tiempo, se aplazaban temporalmente todos los despegues europeos con destino Palma, a la espera de que se subsanase un problema del que Enaire no quiso dar detalles en toda la jornada. Fuentes del centro de control de Palma, responsable de los aviones que sobrevuelan las islas y de los que se aproximan a los aeropuertos de Mallorca, Menorca y Eivissa hablan de fallo en los equipos con los que se monitoriza el acercamiento de los aviones.

El resultado ha sido un atasco monumental, que tuvo efectos durante toda la jornada. Tras ese primer despegue con dos horas y media de demora de un Ryanair rumbo a Bolonia, la programación saltó por los aires: al final de la tarde, al filo de las ocho, salía hacia Paderborn (Alemania) un vuelo de Eurowings programado para las tres. Y lo mismo ocurría con vuelos a Dublín o París, que despegaban de Palma seis horas después de lo programado. El atasco se repetía en la entrada en la isla, cuyo bloqueo dejó tirados hasta siete horas a pasajeros que volaban a Mallorca desde Madrid, Barcelona, Londres y casi todos los aeropuertos alemanes.

Pasajeros enviados al hotel

Aunque los peor parados fueron los pasajeros de los nueve vuelos que fueron directamente cancelados. Todos ellos eran clientes de Iberia y Norwegian. Mientras la aerolínea originalmente española y hoy parte del conglomerado británico IAG suprimía un vuelo desde Santiago de Compostela y enlaces de ida y vuelta a Menorca y Eivissa, la compañías de bajo coste noruega pagaba lo ajustado de sus rotaciones operativas con la cancelación de conexiones con Gotemburgo, Oslo y Barcelona. La mayoría de los viajeros afectados fueron reubicados en vuelos posteriores, aunque fuentes del aeropuerto confirmaban que muchos de los pasajeros fueron trasladados a un hotel, a la espera de volar hoy, cuando Son Sant Joan afronta otras quinientas operaciones.

Y mientras Enaire trataba de reiniciar sus sistemas informáticos y de auxilio a la navegación aérea, la empresa semipública que gestiona el aeropuerto, AENA, reunía en Palma a su gabinete de crisis para buscar soluciones con las compañías. El objetivo era reprogramar de la forma más eficaz posible las conexiones que se habían visto suspendidas, intercalándolas con la agenda de la tarde. Todos los aviones se vieron así de un modo u otro afectados en un día clave, el inicio de Pascua, que para miles de viajeros supuso esperas de entre 45 minutos y seis horas.

La resolución del problema (oficialmente de "software informático") llegó pasadas las 18.00 horas, cuando Enaire anunciaba que ya operaba al 75% en sus llegadas, que se producían a un ritmo de 25 por hora en Palma. Un rato después, a las 18.30, añadían que ya estaban al 100%, es decir, 33 operaciones de salida y 32 de llegada en Son Sant Joan, aeropuerto que durante el verano pasado ya destacó como el más atascado de los de tamaño medio de Europa, tras sufrir percances de todo tipo, desde apagones en pista a fallos graves en el sistema de gestión de equipajes.

Retrasos en año récord

En esta temporada las cosas no empiezan mucho mejor. Este miércoles la jornada de incidentes "informáticos" se saldó con nueve cancelaciones y 85 despegues retrasados durante más de una hora (hubo casos de seis horas de demora), y medio centenar de aterrizajes al menos una hora después de lo previsto. Todo en el día de estreno real de una operativa aeroportuaria que este año volverá a batir récords: después del máximo de vuelos, pasajeros y retrasos de la temporada alta 2016, las aerolíneas han programado una campaña aún más intensa: prevén un total de 164.000 vuelos hasta final de octubre (uno cada minuto y medio), con capacidad para mover un total de 28,8 millones de pasajeros, dos millones más de los planificados el verano pasado, el de la saturación turística.