La escasez de oferta de viviendas en alquiler para residentes no tiene precedentes en Mallorca, según destacan los agentes de la propiedad inmobiliaria, y además sitúa sus precios medios muy por encima de lo que el bolsillo de los isleños puede asumir. Según los datos facilitados por este colectivo, en pleno mes de abril resulta extraordinariamente complicado encontrar en Mallorca un piso que se alquile por menos de 600 euros mensuales, y en el caso de Palma y de las principales zonas turísticas, las ofertas que en estos momentos se sitúan por debajo de los 1.000 euros mensuales se encuentran en niveles mínimos.

El presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Balears, José María Mir, y su antecesor en el cargo, José Oliver, coinciden en que la situación que se está viviendo este año, derivada del boom de los alquileres turísticosboom, no tiene precedentes. "Temíamos que lo que sucedía en Ibiza pudiera llegar a Palma; pues bien, ya está pasando aquí", afirma el segundo, que añade además un ejemplo extremadamente gráfico: "Cada año por estas fechas mi agencia disponía de una veintena de viviendas en alquiler en Palma por precios que se movían entre los 500 y los 1.000 euros mensuales. En este momento solo me quedan cinco y todas ellas por encima de los 1.000 euros al mes".

Hay un punto a recordar: teniendo en cuenta el salario medio de la isla, se entiende como un alquiler razonable para el bolsillo mallorquín aquel que no supere los 500 euros al mes. Y de eso, no queda casi nada.

Solo pisos "poco atractivos"

José María Mir expone ejemplos similares respecto a esta escasez de oferta, y señala que en estos momentos en Palma y sus inmediaciones resulta casi imposible bajar de los 900 euros por dos habitaciones, salvo en zonas muy degradadas o con unas viviendas cuyas características las hacen muy poco atractivas "como puede ser una cuarta planta sin ascensor".

El problema radica en que cualquier oferta que salga al mercado por un precio mínimamente razonable encuentra inquilino en apenas 48 horas, y éstas se cuentan con cuentagotas en un momento en que la lista de demandantes no deja de crecer. La solución que se alcanza en ocasiones, según apunta Oliver, es el alquiler compartido, y afirma que ya ha gestionado casos en los que grupos de amigos optan por ocupar un inmueble cubriendo gastos a medias.

Según Mir, la falta de oferta hace que, se ponga el precio que se ponga, se termine encontrando un inquilino, y señala que el alquiler turístico está arrasando las opciones de los residentes o de lo que se denomina como inquilinos de temporada, es decir, trabajadores que acuden a la isla para estar los seis o siete meses de la temporada turística y que no encuentran nada a precios razonables donde residir mientras dura su contrato.

Un recorrido por las páginas web que anuncian alquileres en la isla refleja esta situación: las ofertas inferiores a los citados 600 son absolutamente minoritarias y en muchos casos muestran viviendas antiguas, muy pequeñas (30 metros cuadrados, por ejemplo) o no se facilitan fotos sobre su estado. Y las propuestas valoradas entre los 200 y los 400 euros suelen corresponder a simples habitaciones en pisos compartidos.