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La fiesta en paz

Los contratos de Més son noticia

Tres razones por las que Diario de Mallorca debía publicar la información que ha generado una crisis de Govern y algunos cargos tendrían que pedir perdón

Biel Barceló ha vivido los peores momentos de su carrera. B. Ramon

Un periódico solo tiene que justificarse ante un juez cuando es requerido. Pero nuestros lectores son sagrados y, siempre que es necesario, se merecen una explicación. Diario de Mallorca lidera desde hace quince días las informaciones sobre los contratos que altos cargos de Més han concedido al que fuera el responsable de la campaña electoral.

Las noticias han dado pie a interpretaciones externas sesgadas, en ocasiones delirantes e incluso malintencionadas, sobre los motivos por los que el periódico ha publicado estas informaciones.

Algunos conspiranoicos han vislumbrado una estrategia perfectamente diseñada para dosificar los datos con el objetivo de hacer más daño. Otros creen que detrás está la mano de Francina Armengol con el objetivo de desacreditar a sus socios. Los hay que opinan que el PP ha estrenado la presidencia de Biel Company lanzando una bomba de destrucción masiva a la coalición de izquierdas. Algunos militantes de Més, con más desazón que razón, proclaman que Diario de Mallorca ha emprendido una campaña contra el partido.

Ante la ceremonia de la confusión que algunos pretenden oficiar, nuestros lectores deben conocer las tres razones por las que se han publicado los hechos:

Primera. Porque son noticia. Diario de Mallorca dio a la imprenta informaciones que obligaron a dimitir a una consellera socialista en el primer Govern de Antich o a un senador del mismo partido. Este periódico indagó en la caza del voto emigrante con dinero público que emprendió Jaume Matas. El asunto quedó dilucidado en el Tribunal Superior de Justicia por cuatro votos a tres. Una mayoría exigua de jueces falló que no había delito, pero no cuestionó, no podía, los datos verídicos. En estas mismas páginas se desveló el caso Rasputín, que el conseller Vicenç Vidal rememoró a destiempo en el Parlament. Diario de Mallorca publicó todos estos casos con la misma intención con la que ahora saca a la luz los contratos de Més con su jefe de campaña electoral: porque son noticia y, aunque parezca una perogrullada, los periódicos se dedican a publicarlas. Como efecto secundario, también desvelan o previenen algunos excesos de los políticos.

Segunda. Porque las empresas de Jaume Garau han recibido contratos a dedo, alguno fraccionado para evitar la concurrencia abierta de otras empresas, todos ellos por el máximo autorizado por la ley y, además, de dudosa utilidad en algunos casos. Sin trabajos con dinero público al jefe de campaña de Més, no hay noticia. Igual que no hubiera existido caso si el PP se hubiera abstenido de contratar con euros de todos nosotros a Daniel Mercado, su publicista en las campaña electorales de 2003 y 2007.

Tercera. Porque este es un periódico razonablemente independiente y cuando tiene una noticia la publica. No importa si perjudica al PP, al PSOE, Podemos, Més o al sursum corda.

En estos momentos de desazón, en Més conviven dos almas. Una es la que se ha contagiado de los modos generales de la política mallorquina de las tres últimas décadas. La otra es aquella que recuerda que nació pura e idealista hace 40 años como PSI o PSM. Una busca el enemigo exterior. La otra indaga en su interior el porqué se ha traicionado a sí misma y sus principios. Una se revuelve como gato panza arriba. La otra pretende saber en qué momento se jodió la inocencia y cómo redimirse ante una sociedad que les tildaba de cándidos para bien y para mal. La primera alma se ha burocratizado e instalado en el sistema que tanto criticó. Le cuesta, por tanto, abandonarlo. La segunda se siente heredera de quienes calificaban de ilusos a los chicos pesemeros y siguen soñando con cambiar el pequeño mundo al que circunscriben su ámbito de actuación.

Según el alma que se imponga en la crisis de credibilidad más grave que aqueja al partido desde su fundación, Més será como los demás partidos -una máquina de ganar o perder elecciones- o será fiel a sus comienzos, cuando los ideales estaban por encima de los sillones y los contratos.

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