Álvaro no quiere más líos, así que prefiere utilizar un alias. Dice que si accede a hacer público su caso es para que la gente sepa hasta dónde pueden llegar los delincuentes que se aprovechan del problema de la vivienda en la isla y para que la solución a su caso, que primero denunció en la Guardia Civil y ahora está en manos del juzgado, llegue cuanto antes. La solución consiste en expulsar de su casa a los dos hombres y el perro que la ocupan desde hace dos semanas.

Álvaro, residente en Ibiza desde hace 20 años, compró un piso en una zona de playa de la isla hace algo más de un año. La idea era ir arreglándolo y amueblándolo para, de cara a este verano, irse a vivir allí junto con su compañera. Actualmente viven en casa del padre de ella. Poco a poco Álvaro fue llevando a su nueva casa la cama, el televisor, la ropa... La pareja iba al piso los fines de semana y así lo iban preparando para mudarse antes del verano.

El fin de semana del 18 y 19 de marzo todo seguía en orden. Una semana después, ya no. «Fuimos al piso y alguien había cambiado el bombín de la cerradura, lo habían taladrado y sustituido, así que no pudimos entrar», recuerda. En el piso no había nadie a quien preguntar. Es su casa, así que podría haber forzado la puerta, pero decidió ir a denunciarlo a la Guardia Civil. Allí le dijeron que si en el piso no había nadie, nada se podía hacer. Había que esperar a que llegaran los inquilinos. «En la Guardia Civil me tomaron los datos y me dijeron que vigilarían el piso hasta que apareciera alguien, pero claro, hay que tener en cuenta la escasez de agentes que hay en la isla», explicó Álvaro.

Como no había forma de dar con los nuevos residentes de la casa, el abogado recomendó a Álvaro que insistiera ante la Guardia Civil para que dieran con ellos. Vieron a dos hombres que pululaban por la zona, pero no les llegaron a sorprender dentro del piso. En la Guardia Civil le dijeron que hasta que estuvieran dentro no podían hacer nada. Así que Álvaro regresó por la noche. Y allí estaban.

Llamó a la Guardia Civil y acudió una patrulla. En la casa había dos hombres y un perro. Uno de ellos vestía ropa de Álvaro, y le mostró un contrato y una especie de recibo. Los hombres explicaron que habían firmado el contrato con un hombre al que habían pagado 2.000 euros, uno por el primer mes y dos meses más como fianza (650 euros mensuales).

Los agentes les tomaron los datos y el caso acabó en uno de los juzgados de Instrucción de la isla, que, según explicó Álvaro, este lunes se declaró no competente y el caso se fue a Decanato, donde decidirán cómo se gestiona el asunto y qué juzgado se ocupará de ello.

Los inquilinos

Los inquilinos, que son padre e hijo, le dijeron a Álvaro que les habían engañado, que ya habían pagado los 2.000 euros y que no tienen donde ir. «A veces creo que todo esto es una pesadilla y que me voy a despertar en cualquier momento», dijo Álvaro.

El contrato que los dos inquilinos mostraron a la Guardia Civil estaba firmado por una persona cuyo nombre y los apellidos coinciden con los de un hombre de nacionalidad portuguesa que, el pasado 30 de marzo, fue enviado a prisión por el juzgado de guardia de Orense por la presunta comisión de varias estafas inmobiliarias, seis de ellas cometidas en Ibiza, dos en Vigo, una en Orense, otra en Barcelona, dos en Valencia y una más en Madrid . El total de las estafas supera los 15.000 euros.

Álvaro sospecha que el presunto estafador escogió su piso porque durante todo el invierno ha estado vacío, al menos los días laborables, ya que él y su pareja iban los fines de semana para amueblarlo y preparar la mudanza definitiva que, finalmente, van a tener que retrasar hasta una fecha aún por determinar.