El Govern ha presentado esta mañana su minirremodelación de gabinete, con la que intenta atajar la grave crisis desatada tras destapar este diario que las conselleries de Més han adjudicado por el procedimiento directo en menos de un año 154.000 euros a su jefe de campaña, Jaume Garau. El terremoto político se salda con la sustitución de la exconsellera Ruth Mateu, descabalgada hace una semana debido a este escándalo, por Fanny Tur; la caída de otro alto cargo en Cultura, Josep Ramon Cerdà, y la remoción del director general de Transparencia, Miquel Gallardo, a un área de nueva creación.

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Tras una tensa negociación durante toda la jornada de ayer entre PSOE y Més, a la una y media de la madrugada se alcanzó el acuerdo en el Consolat: Més consigue salvar al vicepresidente Biel Barceló, muy cuestionado por ser el valedor de Garau y no asumir ninguna responsabilidad política. Se da por hecho que tendrá que dimitir en cuanto la Fiscalía le cite; pero en Més hay una oposición frontal a su salida del Ejecutivo. Los socialistas son conscientes de que forzar su marcha implicaría el abandono de sus todavía socios del Govern y abundar en su minoría, así que se ha optado por dejar que los acontecimientos caigan por su propio peso.

Asimismo, la formación nacionalista logra mantener la conselleria de Cultura y Deportes, que estará dirigida por la ibicenca Fanny Tur. La nueva consellera reúne el perfil de consenso que necesitan en estos momentos Més y PSOE. Tur 'milita' ideológicamente en ambos lados, si bien no tiene carné de ninguno de los dos partidos. Tiene libertad para nombrar a su equipo y creará una nueva dirección general de Participación y Memoria histórica, con la que el Ejecutivo de izquierdas pretende dar un empuje a sus políticas.

Eso sí, los ecosoberanistas pierden la dirección general de Transparencia, en un pulso en el que ha terminado ganando la presidenta del Govern, Francina Armengol. Més se había plantado, amenazando también con dejar el Govern, si el PSOE le arrebataba el departamento. Finalmente han aceptado que pase a la conselleria de Presidencia, con Pilar Costa, y lanzar un mensaje de necesario impulso en la materia. Sobre el nuevo responsable de Transparencia caerá la labor de recuperar la credibilidad hoy por los suelos.

El hasta ahora director general, Miquel Gallardo, ha sido destituido; es una manera de descargar de manera compartida, y no solo sobre la exconsellera Ruth Mateu, la criticada gestión que ha tenido su culmen en la ocultación de contratos al estratega de Més en el Portal de Transparencia.

No obstante, fuentes de Més señalan que Gallardo será recolocado inmediatamente como nuevo director general de Participación y Memoria histórica, en otro triunfo del partido frente a los socialistas. El hasta ahora director del Institut d'Estudis Baleàrics (Illenc, en su flamante denominación), Josep Ramon Cerdà, es la nueva víctima política del caso contratos. Su salida se une a la de la semana pasada del director general de Cultura, Jaume Gomila, considerado el factótum de la operación para adjudicar a Jaume Garau diversos estudios que suscitan dudas sobre su oportunidad.

Finalmente, la minirremodelación ha sido aprovechada por el Govern para plantar a un representante en Madrid, creando una delegación para reivindicar la mejora de la financiación o los descuentos aéreos ante el Gobierno de Mariano Rajoy. Según ha explicado Costa, la persona que ocupará este cargo será nombrado en los próximos días y hará frente a "los retos intensos ante el Gobierno" como el debate de los Presupuestos Generales del Estado para 2017 y otras "cuestiones capitales para las islas" como la reforma del sistema de financiación autonómica y la aprobación de un nuevo régimen especial para Baleares. A cambio se elimina la figura del director de la Oficina de Balears en Bruselas, que viene de anteriores legislaturas y que el actual Ejecutivo no ha nombrado hasta el momento.

Tras superar el acuerdo de mínimos con el que se sucedían las idas y venidas del Consolat a la sede de Més en la noche de ayer, la madrugada terminó con satisfacción por sendas partes. PSOE y Més se felicitaban por separado de sus logros, considerando que cada uno ha salvado sus posiciones, y disimulando la profunda herida que deja entre ambos el nuevo cierre en falso de una crisis.