Los problemas que los mallorquines tienen para acceder a una vivienda a causa del encarecimiento de los alquileres están llegando también a la actividad empresarial, con las crecientes dificultades de muchos comerciantes y restauradores para poder disponer de un local en las mejores ubicaciones. Las rentas que se reclaman son tan altas en muchos lugares de la isla (un seísmo que tiene en Palma su epicentro, pero que está alcanzando a muchas zonas turísticas) que las pequeñas firmas mallorquinas no pueden afrontar esos desembolsos, lo que deja esas instalaciones de forma sistemática en manos de grandes marcas, franquicias y capital extranjero. Un simple ejemplo: en la denominada 'milla de oro' de la isla, es decir, en el Borne, se están pagando hasta 200 euros por metro cuadrado, lo que supone alquileres que en algunos casos superan los 20.000 euros mensuales.

El malestar existente es expuesto por los presidentes de todas las patronales implicadas, como las de comercio Afedeco y Pimeco, Rafael Ballester y Bernat Coll respectivamente, y la de Restauración-Mallorca, Alfonso Robledo, que señalan que este problema está teniendo un impacto tan importante que en ocasiones conlleva la defunción de las empresas afectadas: ha habido ya casos de pequeñas firmas que, al exigir el propietario del inmueble una subida del alquiler que no podían afrontar, se han visto obligadas a trasladarse a otros puntos con menor afluencia de consumidores, para terminar cerrando al cabo de unos meses.

En el caso del comercio, se señala que las situaciones más graves se registran en el centro de Palma, debido al nivel que estos alquileres están alcanzando, y que dejan los locales de las calles más atractivas en manos de grandes firmas y franquicias. Los datos facilitados por la consultora inmobiliaria CBRE confirman este encarecimiento, impulsado por el interés de las empresas punteras por contar con establecimientos en una ciudad en la que la demanda turística está alcanzando máximos históricos.

Precios en el centro de Palma

Según el último informe elaborado por CBRE, el Borne se mantiene como la calle de las marcas de lujo, con rentas medias para los establecimiento más pequeños de 175 euros por metro cuadrado, aunque se llegan a pagar los 200, lo que explica que haya locales en los que las rentas a abonar a los propietarios alcancen los 25.000 euros.

En segundo lugar lo ocupa Sant Miquel, con alquileres medios de hasta 120 euros por metro cuadrado. Este eje está siendo ocupado por primeras marcas que valoran muy especialmente la elevadísima afluencia de transeúntes que presenta, especialmente entre la iglesia y la Plaça Major. En Jaume III se alcanzan los 110 euros por metro cuadrado, a los que siguen los 90 euros de la calle Unió o los 70 de la avenida Alexandre Rosselló.

En todos estos puntos, el interés de las grandes firmas supera la disponibilidad de establecimientos, según se pone de relieve desde CBRE, lo que explica dos fenómenos. En primer lugar, que casi la mitad de las operaciones se producen por la vía del traspaso, es decir, la empresa que se instala debe pagar una cantidad al inquilino actual para que se vaya, además de asumir la renta que debe pagar al propietario. En segundo lugar, hay una extensión de la zona que las primeras marcas están dispuestas a aceptar: en el caso de Jaume III, antes solo se buscaba el tramo existente entre Joan Carles I y El Corte Inglés, mientras que ahora se acepta llegar hasta Paseo Mallorca, mientras que en Alexandre Rosselló se quería una ubicación comprendida entre los grandes almacenes y Bisbe Maura, y ahora se llega hasta Plaza España.

Esta intensidad en la búsqueda de locales disponibles en esos emplazamientos ha provocado el correspondiente incremento de los precios medios, que fue del 11% en 2015 y del 4% en 2016, con una previsión de que el comportamiento sea similar durante este año.

Hay que señalar un matiz, el problema de muchas empresas mallorquinas es que a este encarecimiento a la hora de renegociar su contrato de alquiler (suelen tener una duración de 10 años) se ha sumado la fuerte revisión al alza de los que tenían rentas antiguas.

Pero la imposibilidad de muchos empresarios mallorquines de asumir alquileres como esos no se limita al centro de Palma, y se está extendiendo de una forma cada vez más intensa a muchas zonas turísticas de Mallorca y más concretamente a sus primeras líneas, con un impacto especialmente acentuado en el caso de la restauración, según se subraya desde su patronal.

Según los datos facilitados por esta asociación empresarial que representa a bares y restaurantes, hay establecimientos para los que se están reclamando ya rentas de 8.000 y hasta 12.000 euros mensuales, unos importes rechazados por la mayoría de los empresarios isleños "a los que no les salen los números". El problema, se admite, es que esas cantidades sí están siendo asumidas por extranjeros, especialmente alemanes y nórdicos, que en ocasiones ya disponen de este tipo de negocios en sus países de origen, y que además están dispuestos a asumir el sobrecoste derivado de un traspaso.

Toda esta evolución está generando otro fenómeno creciente: el interés de inversores en adquirir los locales en las zonas con mayor demanda, no para desarrollar ellos una actividad comercial, sino para cobrar los correspondientes alquileres a la vista de la elevada rentabilidad que se consigue con ellos.