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La fiesta en paz

Semana de terror para el Govern

El Ejecutivo se encuentra inmerso en la mayor crisis desde que llegó al poder. La culpa es de los contratos firmados con el responsable de la campaña de Més

Biel Barceló -BB entre los de Més- aguanta, de momento. B. Ramon

La pregunta tiene un punto de demagogia y, sin embargo, resulta pertinente: ¿De qué sirve un Govern de izquierdas si en pocos meses comete los mismos pecados que la derecha? Mateu Ferrer, Matías Vallés, Álex Cortés y Miquel Adrover han desvelado a lo largo de la semana detalles sobre los contratos, de dudosa utilidad y tramitación, firmados por varios departamentos controlados por Més con el estratega de la campaña electoral del partido ecosoberanista.

Las informaciones han venido aderezadas con expresiones como concesiones a dedo, presupuestos al máximo de lo autorizado por la ley para evitar la concurrencia de otras empresas, fraccionamiento de estudios que perseguían un mismo objetivo, dudosa utilidad de algunos de los trabajos encargados, ocultación en el Portal de Transparencia de la Conselleria de ídem...

Nada nuevo bajo el sol. Nada de lo que no se haya hablado en demasía, por desgracia para Balears, a lo largo de 35 años de autonomía. Nada muy distinto a otros hechos que no hace demasiado tiempo han sentado en el banquillo, o conducen hacia él, a militantes y colaboradores del Partido Popular o de la extinta Unió Mallorquina.

Tan graves son los casos desvelados por Diario de Mallorca que el viernes cayó una consellera... y, aun así, casi nadie da por cerrado el caso.

¿Todo legal? Quizás. Es lo que defienden desde las filas ecosoberanistas. Los dirigentes, tanto si ya han sido destituidos como si todavía penan sus desgracias desde un cargo público, han hablado de "error político", de problemas de "estética" y otros calificativos que intentan paliar los estragos. En cualquier caso, y dado el cariz que toman los acontecimientos a medida que se conocen nuevos datos, la Justicia lo dirá. ¿Ético? Hasta los mismos dirigentes y militantes del partido ponen en la picota a los correligionarios señalados por el escándalo.

Siempre se ha dado por supuesto que a la derecha se le perdonan la corrupción y el incumplimiento de sus promesas electorales. Sube los impuestos tras enarbolar la bandera de la bajada. Despotrica de los nacionalismos antes de pactar con ellos. También parece inmune al escándalo. El añorado Andrés Ferret siempre respondía con las mismas palabras cuando algún redactor le informaba sobre un nuevo caso de amiguismo en las filas del PP. "Más votos para Cañellas", era su pronóstico, que se cumplía de modo irrefutable en los siguientes comicios.

Los electores no suelen ser tan condescendientes con la izquierda. La tercera edición del Pacto de Progreso transcurría hasta ahora sin demasiados sobresaltos. Nada que ver con la guerra contra Francesc Antich desata a raíz de la aprobación de la ecotasa. De hecho, ahora ni siquiera el PP se compromete a derogarla. Muy lejos del segundo asalto de la izquierda al poder balear, cuando la alianza con Unió Mallorquina y su corrupción desmesurada marcó los cuatro años que transcurrieron entre 2007 y 2011.

Francina Armengol había sufrido pocos sustos desde su llegada, hace veinte meses, al Consolat de la Mar. Uno se lo dio la inmadurez de Podemos, que montó un lío descomunal con Xelo Huertas, Montse Seijas y Daniel Bachiller. El otro le llegó también desde la conselleria de Transparencia, en la que las luchas intestinas acabaron con Esperança Camps.

Ahora todo es más delicado. Ya no se trata de política, sino de dinero, del uso de dinero público. La próxima semana será determinante para resolver las incógnitas pendientes:

1. ¿Resultará suficiente la destitución de Ruth Mateu para sofocar el incendio o las llamas chamuscarán, más arriba, al vicepresidente Barceló?

2. Además de los seis contratos y la tramitación que ha desvelado Diario de Mallorca, ¿hay otras sorpresas que preocupen al Govern?

3. ¿Erosionará lo sucedido la confianza entre los socios de Govern y entre el propio Govern y sus apoyos parlamentarios?

4. ¿Ha comenzado la izquierda a cavar su fosa electoral?

5. ¿Seguirá sesteando el PP o comenzará a ejercer de una vez la función de partido opositor que le corresponde?

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