Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Reto Pelayo 2016

El reto de cruzar el Atlántico a vela tras sufrir un cáncer

La expedición, que partió de Valencia y llegó a la isla caribeña de Martinica, puso a prueba la resistencia de cinco mujeres que habían superado la enfermedad, entre ellas una mallorquina

En sus 38 años de vida, Patricia Alonso ha sufrido dos tormentas graves. Una metafórica (sin barco) y otra real (con barco), que no se entienden la una sin la otra. De ambas, sacó la lección de que la vida está llena de retos a los que hay que ir enfrentándose con todo, pese a que la cosa pinte muy negra.

La primera vez que se nubló de verdad su vida fue una mañana de septiembre de 2014. Tras días dándole vueltas a un bulto que se notaba en un pecho y que en un principio ella atribuía a cambios hormonales tras su maternidad, le confirmaron la noticia de que tenía cáncer de mama. "Es lo peor que me ha pasado. Las piernas me temblaban. Todo se oscureció", recuerda hoy.

Esta bióloga, vecina de la urbanización Puig de Ros, casada, con dos hijas y que trabaja en un laboratorio farmacéutico, empezó entonces una carrera de retos. "Los retos nunca se acaban en la vida", dice. Y el primero era curarse, claro. Entró en quirófano, porque el tumor era muy grande.

Luego, vinieron seis meses de quimioterapia, uno de radioterapia y un año de tratamiento inmunológico. Su médico le solía decir entonces que "iban a pelear con todo lo que tuvieran".

En esos días, cuando salía a la calle para dar un breve paseo o cuando hacía el esfuerzo de tomar un zumo de naranja, se sentía como si tuviera que escalar el Kilimanjaro.

"Debe de ser publicidad"

Por eso, cuando estaba en plena recuperación, ponía en duda historias como las que le contaba un reportaje televisivo sobre el Reto Pelayo 2015 en que cinco mujeres que habían superado un cáncer subían el Kilimanjaro, el de verdad, la montaña de Tanzania. Imposible, se dijo a sí misma. "Esto debe de ser publicidad", concluyó. La historia, sin embargo, se le quedó dando vueltas en la cabeza. Y, una vez recuperada y gracias a la insistencia de su hermano, se apuntó a la selección para formar parte del Reto Pelayo 2016. El objetivo: cruzar el Atlántico en un velero de estilo clásico. Destino: la isla de la Martinica, en El Caribe.

"Yo me especialicé en biología marina y había estado embarcada antes. Además, tenía el PER (titulación náutica), así que me dije: ¿por qué no?", cuenta Alonso.

Y sí, fue elegida entre más de 100 mujeres de toda España. Sus compañeras de expedición, otras supervivientes del cáncer: Susana Laguarda (una escolta de la Casa Real), Yolanda Preciados (procedente de Marbella), Carmen Peláez (una médico de Madrid) y Marian Santiago (guardia civil de Tráfico).

En el 'Cannonball'

Tras una pretemporada en un club náutico de s'Arenal, Alonso se sumó a la tripulación del Cannonball, junto a otras siete personas: el dueño del barco; los regatistas profesionales Diego Fructuoso y Yago López; el periodista Eric Frattini; un médico y un equipo de Discovery Channel.

Patricia empezó entonces el ascenso a su Kilimanjaro particular.

La aventura les puso a prueba físicamente. El seis de noviembre del año pasado partían de Valencia y a mediados de ese mes llegaban a Tenerife, de donde saldrían el 16 de noviembre.

A bordo, nada de relax. Empezaban trabajando tres horas y descansando otras tres, y después volvían a trabajar tres horas para descansar después seis más. No importaba que fuera de día y de noche. Había que trabajar igual, porque un barco no es una oficina donde uno puede dejar su puesto de trabajo y olvidarse hasta la jornada siguiente. "Bromeábamos con que dormíamos en 'camas calientes'. No había literas para todas. Cuando una se levantaba para su turno de trabajo, otra se acostaba en esa misma cama al acabar su turno", relata.

Secuelas del cáncer

En lo físico, notaba las secuelas del cáncer. "A veces me costaba porque tenía el brazo limitado por la falta del pecho. Pero hemos sido un equipo. Donde no llegaba una llegaba la otra", relata Patricia, quien destaca la buena sintonía con sus compañeras: "Nosotras cinco nos conocimos una semana antes de partir. El hecho de que todas hubiéramos pasado un cáncer hizo que tuviéramos un vínculo especial".

A bordo hablaron de su experiencia, de sus miedos y de sus esperanzas. De lo más duro de la enfermedad, que, en el caso de Patricia, fue pensar que si la cosa iba mal no podría disfrutar de la vida de sus hijas.

Durante días, su horizonte lo formaba únicamente un extenso manto azul. "Estuvimos 13 días viendo sólo el mar. Y vivimos momentos maravillosos. El cielo que vimos, las estrellas... ¡Nunca había visto un cielo con tantas estrellas... Fue espectacular, la verdad. También vimos delfines", explica.

Pero en la travesía no todo fue calma chicha. Hubo momentos de crisis cuando se rompieron velas del 'Cannonball', que tuvieron que coser a toda prisa. Incluso una vela cayó a plomo, aunque por suerte no dañó a nadie.

El Atlántico se rebeló también en un par de ocasiones, causando la segunda peor tormenta de la vida de Alonso. "Pasé dos noches de verdadero miedo. Hubo muchas tormentas. Con viento, lluvias... Sobre todo, la sensación era peor dentro del camarote, con ese movimiento, con los ruidos que oías", recuerda, durante una conversación con este diario.

Finalmente, el 'Cannonball' llegó a su destino -Martinica- en 13 días. "El reto era hacerlo en menos de 14", dice, orgullosa, Patricia. Tras tantos días sin ver tierra, el 2 de diciembre de 2016 experimentaron la sensación de unas conquistadoras, cual Cristóbal Colón. En la isla caribeña, estuvieron cuatro días, antes de regresar a Madrid, con la satisfacción del deber cumplido.

Como dijo una de sus compañeras en un vídeo promocional del desafío, se habían embarcado con el ánimo de "dominar a la bestia", de demostrarle que ellas habían retomado el "control" sobre sus vidas.

Su experiencia ha puesto rostro a esas supervivientes de un tumor que es el "más frecuente en las mujeres, con 25.000 nuevos casos cada año, y uno de los que más supervivencia tiene, 85%", según datos que expuso la Fundación Vencer al Cáncer en la presentación de la iniciativa.

Paralelismos con la vida

Viéndolo en perspectiva, Alonso traza paralelismos entre la vida y una travesía como en la que se embarcó.

"En el mar, como en la vida, no sabes lo que te vas a ir encontrando. Hay tormentas, días de calma chicha. Días malos y buenos. La lección es que hay que vivir el día a día. Y, aunque creas que te pasa algo malo, hay que ser consciente de que la vida te puede dar muchas sorpresas", apunta.

En su vida, desde luego, no se han acabado los desafíos. Ni las tormentas. Hace sólo un mes, volvió al quirófano para una operación de reconstrucción del pecho. "No hace falta que tu reto sea cruzar el Atlántico. Yo antes no valoraba según qué cosas, el tiempo con mis hijas, preparar una cena...", relata Patricia, dispuesta a afrontar todas las tormentas que tengan que venir. Como le gusta decir, "hay mucha vida después de un cáncer".

Compartir el artículo

stats