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Educación

Orientadores educativos: 'invisibles' y sobrepasados

Su tarea incluye desde detección de trastornos y necesidades (de dislexia a autismo) a la intervención ante casos de 'bullying' o absentismo

Miquel Morey y Margalida Rosselló. m.mielniezuk

La realidad educativa, como reflejo de la sociedad, es cada vez más diversa y compleja con lo que el aumento de tareas y los focos a los que deben atender los orientadores en los colegios e institutos se ha vuelto "ingente": de la detección de trastornos y necesidades especiales (de la dislexia al autismo o las altas capacides) a la intervención ante casos de absentismo o de acoso escolar, además de la asesoría pedagógica y, a veces y obligados por las circunstancias, trabajos más propios de trabajadores sociales.

Y pese a ello, los orientadores se mantienen como una figura desconocida o incluso invisibilizada. Por eso, el colectivo ha decidido reivindicarse, recordar las gran cantidad de responsabilidades que asumen y apelar a un trabajo en red en los centros entre los diferentes actores (con profesores, directores, familias y alumnos).

Así lo explican responsables de la Associació d'Orientadors de Balears (AOIB), que ayer recibió en Palma a su asociación homóloga a nivel nacional con motivo de las I Jornadas Estatales de Orientación Educativa, que concluyen hoy en la UIB y a las que se han inscrito casi un centenar de profesionales (más de la mitad, de fuera de Balears).

Relanzar su figura

Miquel Morey y Margalida Rosselló, presidente y vicepresidenta de AOIB, insisten en que su trabajo es "muy amplio" y su trabajo, "invisible" y que su intención desde la asociación es "relanzar" esta figura y darla a conocer. Ahora mismo en Balears hay alrededor de 150 orientadores: son psicólogos o pedagogos que tienen misiones distintas según el tramo educativo al que estén destinados (desde los centros de infantil hasta los de adultos), una figura institucionalizada en los 90 con la LOGSE.

Los Equipos de Atención Temprana (EAT) trabajan en las escoletes para detectar y hacer una primera valoración de problemas, como retrasos madurativos ("muy frecuentes", dice Morey) o autismo. Luego, están los EOEPS, o Equipos de Orientación Educativa y Psicoeducativa, y los orientadores fijos en los centros. También detectan necesidades e intervienen, además de desarrollar labores de orientación académica.

Para Morey y Rosselló, parte de sus problemas actuales vienen por un "sobrediagnóstico" y un exceso de protocolos: "De absentismo, de acoso escolar, de Asperger, de TDAH... todo esto supone muchísimo trabajo burocrático que nos quita tiempo para hacer la intervención".

Denuncian también que su voz no es escuchada: "Estamos en primera línea y tenemos una visión muy completa de la realidad de los centros y tenemos experiencias, ideas y propuestas, podríamos dar buena información, pero nadie nos la pide". Un ejemplo de esta invisibilidad lo han vuelto a sentir esta semana, en la que el ministerio de Educación ha convocado a las autonomías para plantearles su idea de plan contra el acoso escolar: "A los orientadores ni siquiera se nos ha mencionado", lamenta Rosselló, que también cree necesaria "una colaboración más estrecha" con profesores, alumnos y padres.

Y más en un momento en que hasta los propios adultos e incluso la escuela como institución están desorientados, desbordados con las nuevas tecnologías, la necesidad de introducir la gestión emocional, el imperio de la imagen, el desafío de la escuela inclusiva y no solo integradora... Todo un proceso acelerado en el que los orientados pueden y deben ser "facilitadores" del cambio. Muchos de estos temas se han tocado en las distintas conferencias y charlas de las jornadas que finalizan esta tarde.

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