"Una compañera me mandó la noticia por Facebook y me decidí a hacer un par de estos pulpos. A mi me encanta hacer ganchillo mientras miro la televisión porque soy de esas personas que no sé estar sin hacer nada", explica Julia Acevedo, telefonista del hospital de Son Llàtzer cómo le surgió la idea de tejer estos animales que, al parecer, relajan a los bebés nacidos de forma prematura.

Este proyecto surgió en Dinamarca en el año 2013 de la experiencia llamada Spruttegruppen impulsada por las unidades neonatales, que se extendió a otros países nórdicos y al Reino Unido. La idea consistía en confeccionar pulpos con ganchillo y donarlos para que los bebés prematuros ingresados pudieran disfrutar de un medio de contención en un ambiente hostil y nuevo, explica el Servei de Salut.

Al nacer de forma prematura, un bebé debe despedirse de forma abrupta de su cordón umbilical antes de tiempo, de modo que ofrecerle algo alternativo -como un juguete blando, suave y que le permita un agarre seguro- es una manera de devolverle la sensación de tranquilidad que tenía dentro del útero materno.

De este modo, cuando la madre o su familia no están disponibles por cualquier motivo para el contacto piel con piel, el pulpo de ganchillo le hace sentir más seguro, y ello le proporciona una respiración más adecuada, que le aporta niveles de oxígeno más altos en la sangre y le permite latidos cardíacos más regulares. A esto hay que añadir el beneficio que supone disminuir la probabilidad de que intente quitarse sondas y catéteres, pues volver a insertárselos le genera una situación molesta.

El proyecto danés original especifica claramente los materiales y las medidas del pulpo y cómo debe crearse para que no haya ninguna pieza que pueda desprenderse o que suponga un peligro para estos bebés tan frágiles.

"¿Por qué un pulpo? Creo que los bebés, cuando están dentro del vientre de su madre, ante cualquier situación de estrés, se agarran al cordón umbilical y se tranquilizan. Y al parecer los tentáculos cumplen esta misma función", corrobora Julia Acevedo.

Más grandes que ellos

Esta aficionada cumple al pie de la letra con las medidas y con los materiales fijados por los daneses para confeccionar los pulpos: "Tienen unas medidas concretas porque estos bebés tan pequeños se pueden ahogar con los tentáculos. Utilizo hilo de algodón para tejerlo y algodón normal para el relleno. A pesar de ser pequeños, en algunos casos los pulpos son más grandes que el bebé".

Hace un par de meses, la telefonista aficionada al ganchillo habló del asunto con la coordinadora de la Unidad de Neonatología de Son Llàtzer, que le encargó que le hiciera dos muñecos para presentárselos a gerencia. "Al cabo de un tiempo me dijo que parecía que iban a poner en marcha esta idea y me dijo que hiciera más. Ya habré hecho 25 o 30. ¿Que cuánto tardo en hacer uno? Un par de horas a lo sumo", revela Julia, que se niega rotundamente a cobrar algo por estos muñecos. "Lo hago porque me gusta", zanja.

"La semana pasada subimos a la unidad de neonatología a entregar los primeros cuatro pulpos. Había tres madres y un padre. Les ofrecí elegir el color y, pese a que tan solo me dieron las gracias, el agradecimiento que vi en sus miradas fue muy gratificante", se emociona Julia, que quiere que cada prematuro se lleve a su casa el pulpo una vez que le den el alta.

El altruismo y la bondad siempre tienen recompensa. Desde que ha trascendido lo que esta haciendo Julia, no hay día que algún compañero le entregue algo de dinero para ayudarle a comprar el material para tejer estos pulpos.