La sentencia contra la financiera destaca que ésta redactó el contrato de préstamo entregado al octogenario con una letra muy pequeña, que dificulta la lectura de las cláusulas, máxime para una persona mayor y con sus facultades mentales mermadas.

Según la jueza, el demandado fue víctima de un engaño, ya que le vendieron productos inservibles para él y no dispuso de la información adecuada para saber qué estaba comprando y bajo qué condiciones.

En estas circunstancias el demandado no está obligado a cumplir el contrato, concluye la jueza.