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Opinión

La fractura seguirá tras el Congreso

Bauzá y Company comparten un pasado común y un deseo de mutua venganza nada alentador para el futuro del centro-derecha...

Bauzá y Company comparten un pasado común y un deseo de mutua venganza nada alentador para el futuro del centro-derecha en Balears, que va a cumplir dos años de ausencia, mientras Francina Armengol gobierna con una placidez inusitada que solo interrumpe periódicamente la torpeza de Podemos.

Bauzá apadrinó el ingreso en el PP del impulsivo líder agrario, lo sentó en su Consell de Govern, encontró en él su fiel asentimiento a sus decisiones más polémicas, incluida el TIL, y ahora se enfrenta a él en el congreso de este fin de semana. Sabe que una victoria del regionalista puede acabar con su carrera política de forma definitiva, pero sus deseos de futuro no son más puros. Bauzá tampoco contempla la integración, se presenta por pura ambición política, para ganar, pero sobre todo para dar la imprevista campanada. Busca la revancha, la oportunidad de dañar al oponente en respuesta a la cruel derrota que Company le asestó tras el turbulento verano de 2015 al obligarle a abandonar la presidencia del partido.

Entretenidos en la previa del congreso convertida en batalla personal, ninguna idea política precede al cónclave en un partido que aspira a ser alternativa de Gobierno, ninguna crítica a la gestión del Govern del Pacto, ningún impulso a la labor de oposición. Los regionalistas están encantados con los apoyos que van sumando al verse ya casi con el poder en las manos. El viento sopla a su favor. Y Bauzá, con la mayoría de sus antiguos colaboradores en el bando contrario, se ha entregado al discurso de Carlos Delgado en el que ni siquiera cree con la esperanza de poder arañar una cuota y quién sabe si algo más. Pero nada garantiza que el partido salga de la división actual tras el congreso.

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