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Una sociedad que miraba hacia otra parte

Uno repasa las noticias de un día como ayer en España y ve que la actualidad viene marcada por el caso Púnica, de comisiones ilegales...

Uno repasa las noticias de un día como ayer en España y ve que la actualidad viene marcada por el caso Púnica, de comisiones ilegales para financiar al PP madrileño; el caso Pretoria, por el cobro de comisiones por adjudicaciones de obras en los ayuntamientos barceloneses de Santa Coloma de Gramanet, San Andrés de Llavaneras y Badalona con la que se habrían defraudado 45 millones; el caso Emarsa en Valencia, por el desvío de más de 20 millones de fondos públicos de la empresa que gestionaba depuradoras y acaba con el caso Cursach en Palma, en el que se investigan los tejemanejes y presiones del ´rey de la noche mallorquina´ para controlar el negocio del ocio, contando con la connivencia de agentes de la policía y autoridades a su servicio. Lo lee, lo ve y se pregunta qué ha pasado años atrás en este país para que estas cosas estuvieran sucediendo con una impunidad total. Muchas de estas prácticas irregulares eran un secreto a voces en esta Mallorca en la que todos nos conocemos y pese a ello nadie hacía nada o casi nada, empezando por los políticos y acabando por las autoridades tributarias. La cantidad de delitos que se atribuyen en el caso que nos ocupa hacen pensar que ha habido muchos colectivos que han fallado a la hora de perseguir tanta irregularidad, algo que afortunadamente está cambiando, al menos gracias a algunos jueces y fiscales. Lo bueno sería que el cambio de actitud afectara a toda la sociedad y no que nos conformáramos con unas indemnizaciones y o condenas y pasáramos página. Se acabó el mirar hacia otra parte.

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