Si por algo destaca el trabajo que desarrollan los tiqueteros que son contratados por los locales de ocio nocturno es la agresividad que en ocasiones utilizan para captar clientes. Los ayuntamientos tienen normas muy estrictas sobre este trabajo que se realiza en la calle y, en teoría, se encarga de que se cumpla a rajatabla, limitando el número de tiqueteros en las calles.

Varios testigos han señalado que algunos de estos trabajadores contratados por el Grupo Cursach, además de repartir publicidad de sus discotecas, también llevaban folletos de otros locales. Esto formaba parte de una estrategia marcada, pues así se lograba confundir al policía que le identificaba, para que no pudiera determinar para qué empresa trabajaba. Esta situación, según sostienen los investigadores, permitió que muchos locales fueran sancionados con multas económicas por el trabajo a pie de calle que realizaban trabajadores contratados por otro empresario.