El juez Penalva describe declaraciones de algunos testigos que, si son ciertas, como mínimo ponen los pelos de punta. Por ejemplo, cita la versión que le facilitó un testigo protegido que declaró a finales del pasado año. Esta persona le dijo que Cursach tenía matones a sueldo que se encargaban de dar palizas, no solo a personas que pudieran hacerle la competencia a sus negocios, sino incluso a sus propios empleados. "Se han producido agresiones a trabajadores por no hacer bien su trabajo".

Este testigo se referería a un camarero que trabajaba en una de las discotecas de Cursach, que fue despedido porque no fregaba bien los vasos de las consumiciones. Residía en uno de los pisos que proporciona la empresa y como le despidieron le obligaron a dejar la vivienda. El joven no tenía a dónde ir. Ante esta situación "Sbert ordenó a dos porteros que fueran al piso a echarlo". No hubo más remedio que usar la fuerza, según describe el juez, puesto que el camarero recibió una brutal paliza. Sin embargo, el testigo aclaró que la agresión no dejó rastro, puesto que seguro que el trabajador no acudió a ningún hospital a curarse.

Penalva también describe que la función de algunos empleados que trabajan en las puertas de sus locales va más allá que la simple captación de clientes para los locales de Cursach. Estos trabajadores se encargan, al mismo tiempo, de evitar que los clientes puedan entrar en algún bar de la competencia. Se describen varios episodios de violencia entre los trabajadores de distintos empresarios. Hace algunos meses un trabajador de Cursach fue detenido por amenazar a otro empleado. Ingresó en prisión. Cursach le facilitó un abogado.