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Opinión

Opinión | Limpieza en el negocio de la noche mallorquina

Corre el 24 de febrero de 2015. Miguel Pascual Bibiloni, uno de los reyes del ocio en la Platja de Palma, propietario de Oberbayern...

Corre el 24 de febrero de 2015. Miguel Pascual Bibiloni,Miguel Pascual Bibiloni uno de los reyes del ocio en la Platja de Palma, propietario de Oberbayern entre otros negocios, es detenido por su supuesta relación con la trama de corrupción en el seno de la Policía local. Dos días después queda en libertad tras abonar una fianza de 125.000 euros.

Llega el 5 de julio del año pasado. La Guardia Civil aterriza en la discoteca Amnesia, una de las más célebres de Eivissa, con picos, palas y hasta un helicóptero. Detienen al propietario, Martín Ferrer, y a los principales ejecutivos y se incautan de dos millones de euros en efectivo. Están acusados de delitos contra la Hacienda Pública.

Martes, 28 de febrero de 2017. La Policía Nacional detiene en su domicilio palmesano a Bartolomé Cursach, el empresario más potente de la noche mallorquina, con proyección internacional e incursiones en el deporte. Tres días después, el juez Penalva ordena su ingreso en prisión. La retahíla de acusaciones, por supuesto todas ellas pendientes de confirmación, con las que el magistrado justifica la drástica medida provoca escalofríos. Los hechos de que se acusa a Cursach van mucho más allá del runrún que desde hace décadas circulaba boca a boca entre los mallorquines.

En todos los casos citados y judicializados aparecen de forma latente los nombres de destacados políticos. Ayer mismo, Podemos arremetió contra el PP y expresó su temor de que el diputado Álvaro Gijón "sea detenido a las puertas del Parlament". Pura hipocresía política. Firmarían por una escena como está.

La Asociación Balear de Ocio Nocturno y Entretenimiento salió ayer en defensa de Cursach, cuestionó los testimonios que maneja la Justicia y arremetió contra los medios de comunicación. Quizás es su papel.

Sin embargo, y con la avalancha de procesos judiciales relatados, quizás la patronal tendría que esforzarse en conseguir lavar la imagen del sector. Trabajar para que el negocio de la noche sea tan inocente como la venta de flores en la Rambla o la de pescado en el Olivar.

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