El juez Penalva describe en el auto de prisión contra Tolo Cursach que el magnate del ocio nocturno y sus ejecutivos dirigían una organización delictiva y a través de ella se controlaba a la Policía Local, a funcionarios municipales y a determinadas autoridades políticas. Gracias a este nivel de influencia al más alto nivel se conseguían millonarios beneficios económicos, aunque ello fuera a costa de hundir a otros empresarios de la competencia.

Según describen algunos testigos, el empresario, a través de sus empleados, presumía de sus contactos con algunos destacados políticos y, de hecho, el juez asegura que tenía bajo su control a José María Rodríguez, exdelegado del Gobierno. No es el único político que aparece nombrado en el auto del juez. También se cita a Álvaro Gijón y a Carlos Delgado, que pudo tomar decisiones a favor de Cursach cuando fue alcalde de Calvià. El ejecutivo Tolo Sbert también presumía de tener línea directa con el alcalde Mateo Isern y afirmaba que tenía la capacidad de convencerle para que prohibiera un determinado evento que pudiera perjudicar los intereses del Grupo Cursach.

El juez señala también el amplio abanico de ejecutivos que contrataba el empresario para conseguir sus objetivos. Mientras que a Tolo Sbert lo contrató por las buenas relaciones que mantenía con el PSOE y con UM, a otro ejecutivo lo fichó por su buena sintonía con el Partido Popular. Este empleado tenía una amistad íntima con Álvaro Gijón y se aprovechó de que se trataba de un poderoso concejal del Ayuntamiento de Palma, para que utilizara su influencia a favor de su grupo de empresas. El juez tiene muy claro que fue Gijón (investigado en otras causas de corrupción) quien consiguió que se ubicara la única parada de taxis del Paseo Marítimo, casualmente, frente a las puertas de una de las discotecas de Cursach. Y lo mismo hizo con la parada del autobús municipal, que también se sitúa frente a uno de los locales del empresario.

Cursach también mantenía una estrecha relación con Jaume Matas. El expresident del Govern era un cliente habitual del gimnasio Megasport (no se sabe si pagaba o no la cuota de entrada) y, además, Cursach sufragó la fiesta que celebró el Partido Popular en uno de sus locales tras su victoria electoral del año 2007. Pero no fue la única celebración política que pagó la empresa para un partido que había logrado un buen resultado. Unió Mallorquina también celebró su fiesta en una discoteca de Cursach, en una noche donde se vio bailando a Maria Antònia Munar y a Miquel Nadal, porque habían conseguido que el partido fuera clave para la futura formación del gobierno autonómico.

La parada

El juez analiza, basándose en la declaración que han realizado varios testigos, el beneficio que representa para Cursach que las paradas del transporte se sitúen frente a su discoteca del Paseo Marítimo. Supone, según resalta Penalva, "una clara intención de favorecer la entrada y salida de clientes" de las discotecas Tito's y Pachá. Se logra que aumente el número de clientes, pues estas personas pueden apearse del autobús en la puerta de la misma discoteca. Y, además, permite un espacio libre de aparcamientos para el estacionamiento de un vehículo. Aunque no se puede aparcar, un coche sí se puede parar durante algunos minutos, el tiempo suficiente para dejar o recoger a los clientes de estas dos discotecas. Y, al mismo tiempo, permite que la entrada de los negocios de este empresario sea mucho más visible que otros locales de la competencia.