El relato de los hechos que describe el juez Penalva en el auto por el que envió a prisión a Bartolomé Cursach y su ejecutivo Tolo Sbert tiene todos los tintes de una historia protagonizada por una organización mafiosa. Y no es para menos, ya que el juez califica al Grupo Cursach de "banda criminal" y acusa a su máximo responsable, con la ayuda de su ejecutivo, de dirigir literalmente a la Policía Local

Cursach, como veterano empresario, apenas aparece, pero el juez tiene muy claro, basándose en las declaraciones de numerosos testigos (la mayoría antiguos empleados), que siempre está detrás de todas las decisiones que se toman. Eso sí, sus órdenes las transmiten sus ejecutivos que se encargan, por un lado, de controlar los negocios y, por otro, de influir en las fuerzas de seguridad y en los correspondientes departamentos municipales.

Tras más de dos años investigando las actividades de este núcleo de empresasmás de dos años investigando las actividades de este núcleo de empresas, queda más que claro que Cursach contrataba a policías para que trabajaran como porteros. Se demuestra, no solo porque lo señalan los testigos, sino porque lo reconocen algunos de estos funcionarios. Y también queda demostrado el trato de favor con respecto a otros competidores que ha venido recibiendo durante años Cursach, que ha movido los hilos necesarios para tener prácticamente a sueldo a las personas claves para poder mantener esta posición relevante en el negocio nocturno de Palma y Calvià.

Control barato

El auto describe, por ejemplo, que Sbert tenía la capacidad de ordenar a la Policía Local de Palma que realizara inspecciones en determinados locales de la competencia. Y este control que tenía sobre estos funcionarios tampoco le salía muy caro. Los policías que hacían de porteros cobraban por día trabajado. Sin embargo, para pagar a otros le bastaba con entregarles un pase gratuito para el gimnasio Megasport, o invitarles a comer o a cenar en alguno de sus restaurantes. Es más, a algunos era suficiente que les regalara prendas de vestir.

El magistrado envió a prisión a Cursach y a Sbert porque teme que estuvieran organizado "de manera inminente" su huida de España para iniciar una nueva vida en otro país. De hecho, este mismo año Cursach ya ha viajado a Emiratos Árabes y a Brasil, donde tiene algunos negocios. De allí que el juez estuviera convencido de que el empresario dispone de recursos económicos y contactos para huir.

En el auto aparecen constantemente nombrados los agentes que se han convertido presuntamente en los principales protagonistas de la llamada mafia de la Policía Local de Palma. Funcionarios que se dedicarían, a cambio de prebendas de todo tipo, a realizar preavisos a Cursach cada vez que se preparaba una inspección en alguno de sus negocios, o hacer la vida imposible, hasta conseguir la ruina, a otros locales de la competencia. Solo con el análisis de las sanciones impuestas al magnate del negocio de la noche con respecto a otros competidores, demuestra el clamoroso trato de favor que ha venido recibiendo Cursach durante décadas. Tampoco las sanciones que tramitaba la Policía le preocupaban mucho. De hecho, tenía en nómina a un antiguo funcionario policial de Palma, que conseguía que sus compañeros anularan las sanciones, o que estas multas prescribieran gracias a los contactos que tenía en los correspondientes departamentos municipales de Cort.

Terminar con la competencia

Pero el objetivo del empresario no era solo que el negocio de su competidor cerrara. También hacia todo lo posible para quedarse con su local. Cuando sabía que el otro empresario estaba asfixiado por las deudas, le hacía una oferta a la baja por su negocio, que casi siempre se aceptaba.

Cursach, según el auto, pocas veces se ensuciaba las manos. Eso sí, sabía muy bien quiénes eran los que mandaban en la Policía Local y cada año organizaba una comida para ellos que celebraba en su casa. Es decir, invitaba a los funcionarios que tenían la función de controlar si en sus negocios se cumplían las normas, que en la mayoría de ellos no se hacía, como bien deja claro el juez Penalva.

Era tanta la influencia del Grupo Cursach en la Policía Local que el director general de la empresa tenía línea directa con sus jefes. Sbert no tenía ningún reparo en actuar contra los policías que no aceptaban este trato de favor que exigía para las empresas de Cursach. El ejecutivo estuvo presente en una reunión que convocó Joan Mut, a la sazón jefe de la Policía Local de Palma, con dos agentes que se habían atrevido a denunciar el principal negocio de Cursach en s'Arenal. Mut les intentó convencer que habían interpretado mal la situación y les pedía que retiraran la denuncia. Sin embargo, los policías se plantaron y se negaron a cumplir las órdenes. Terminaron siendo denunciados en el juzgado por Cursach.