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El núcleo más duro y activo de la corrupción permanente

El contenido de la cadena de imputaciones que han llevado al juez Penalva a atender la petición de la fiscalía Anticorrupción y mandar a Bartolomé...

El núcleo más duro y activo de la corrupción permanente B. Ramon

El contenido de la cadena de imputaciones que han llevado al juez Penalva a atender la petición de la fiscalía Anticorrupción y mandar a Bartolomé Cursach y Tolo Sbert a la cárcel, de forma ineludible, causa escalofríos. Hasta se implica al dueño de la noche palmesana en dos homicidios, de los que se desconocen los detalles y ante los cuales pasan a segundo rango otro listado de presuntos delitos muy graves que incluyen la pertenencia a organización criminal, corrupción de menores y narcotráfico.

Cae un mito, el penúltimo intocable, el rey de la extorsión amparado ya solo por su propio silencio. El rumor eterno adquiere la condición de hechos incriminatorios con indicios sobrados de presunta responsabilidad penal traducible en largos años de cárcel. Con ello también queda vestido el escaparate de la vergüenza. En él se observa, para desgracia de esta tierra y sus gentes honradas siempre castigadas, el inmenso grado de podredumbre que han podido alcanzar las alcantarillas de las relaciones inconfesables entre políticos, policías y funcionarios corruptos. Con el encarcelamiento de Cursach se explican, que no entienden, muchas de las cosas que han pasado en la Policía Local de Palma en los últimos años y el grado de impunidad reinante amparada por el miedo y la extorsión. El oscuro negocio de la noche necesita una urgente alba de legalidad y honradez y quienes se han visto impedidos de trabajar desde la honestidad y la seriedad tienen derecho a alguna recompensa y a garantías de tutela administrativa.

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