Durante la jornada de ayer se dio una curiosa coincidencia en la Playa de Palma. Los dos empresarios investigados por numerosos delitos en relación con la presunta trama de corrupción de la Policía Local se encontraban enfrascados en dos reformas de gran calado de sus respectivos locales. Así, Miquel Pascual Bibiloni, el primero en ser detenido, había encargado acometer una reforma de mucha envergadura en el considerado como templo de la cerveza del Balneario 6 y lugar ineludible para el turismo alemán de masas: el Bierkönig. A escasos metros de distancia, Tolo Cursach hacía lo propio con el Megapark.

Sobre los dos han gravitado las sospechas del juez Manuel Penalva y el fiscal Miguel Ángel Subirán de tener a sueldo a buena parte de los policías de Palma para acabar, supuestamente, con todo emprendedor que osara hacerles competencia abriendo su negocio en su ámbito de actuación. Pese a esta circunstancia, ambos empresarios distaban de mantener una relación cordial y se encontraban abiertamente enfrentados.

Muchas de las pesquisas iniciadas por el Grupo de Blanqueo de la Policía Nacional en torno a estos dos magnates de la noche mallorquina se centraron en interrogar a los numerosos dueños de negocios que habían sido obligados a echar el cierre. Los propietarios reconocieron a muchos agentes de la Policía Local de Palma, implicados en la trama de corrupción, como las personas que presuntamente les habían extorsionado desde la apertura de su local.