Cursach empezó en la década de 1970 importando ropa desde Londres, pero el éxito se lo trajeron sus discotecas. En la noche creció y a cuenta de ella le detienen a plena luz del día, sospechoso de estar en el centro de una lucha de mafias de la que sale descrito como "la Paca de la noche". Así le definió un testigo protegido, que aparece en el sumario por el que ahora responderá ante el juez. Que es lo que en privado dice querer: deseaba acabar con los rumores y aclararle a los investigadores que la mafia de extorsión policial de Platja de Palma no trabaja para él, sino contra él.

Para ello Cursach y su mano derecha, Tolo Sbert, tras meses viendo su nombre en los medios pese a no haber sido nunca interrogados, aguardaban una citación como investigados. En la versión Cursach, tras los movimientos de la mafia policial que hunde sus raíces en gobiernos municipales del PP hay una guerra sucia por el control de la noche, en la que los negocios del grupo en la calle del Jamón y sus aledaños (desde Megapark hasta esa barra americana de éxito llamada Paradies) son los objetivos de policías al servicio del otro amo de la fiesta de Platja Palma, también caído en desgracia: Pascual Bibiloni, antiguo dueño de Pabisa, de donde le han desalojado sus hijos tras el escándalo.

Cursach en cambio mantiene a la familia unida en torno a una versión: están siendo atacados, antes para quitarles el control de Platja de Palma, ahora por venganza y por no haber aceptado pagar sobornos a la red corrupta de la policía. El resultado fue en su día un aluvión de multas e inspecciones que dicen tener y ahora le podrán mostrar al juez. Aunque la Justicia investiga mucho más que una simple guerra de clanes: la Policía Nacional detuvo ayer a Cursach como sospechoso de delitos tan graves como el narcotráfico y la corrupción de menores.