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Opinión

Amo de noche, detenido de día

Tolo Cursach, el magnate desclasado, empalideció ayer por segunda vez en su vida. Quiero creer que fui testigo...

Amo de noche, detenido de día

Tolo Cursach, el magnate desclasado, empalideció ayer por segunda vez en su vida. Quiero creer que fui testigo de la primera, poco después de que este diario desvelara que había comprado un solar vecino de son Espases, en cuanto Matas anunció en exclusiva a sus íntimos la sede del futuro hospital. Sentados a ambos lados de la mesa, me salté el protocolo hospitalario para preguntarle:

-¿Te imaginas si el Mallorca desciende, contigo de máximo accionista?

Tembló, enmudeció. Blanco como la cera sin dejar de ser salvaje, competitivo, brutal, la perfecta imagen del jabalí autóctono.

El amo de la noche de Mallorca ha sido detenido de día. Cursach en un calabozo. Ningún juez se había atrevido a tanto. Ningún juez se habría atrevido a tanto. No bromeaban el magistrado Penalva y el fiscal Subirán cuando solicitaban el permiso de armas que les negó la incompetente Teresa Palmer, de profesión vivir de la política.

La detención de Cursach supera al propio personaje. El acontecimiento de ayer desborda en importancia a la entrada de Jaume Matas en prisión. Las protectoras de Urdangarin pueden quedarse con su aprendiz de delincuente. La intervención judicial contra el primer dueño con coleta de un club de la Liga no equivale a dar un golpe sobre la mesa, sino a pegarle una patada al tinglado de póker que haga saltar la partida por los aires.

Cursach no vive fuera de la ley. Al contrario, siempre ha trabajado dentro de la ley. Dentro de la policía, dentro de la Guardia Civil, dentro del Govern, dentro de la magistratura. Es ingenuo preguntarse si el megaempresario posee datos comprometedores de algún personaje poderoso de Mallorca. La pregunta correcta plantea si existe un solo prohombre de Mallorca que pueda respirar tranquilo al enterarse de que han detenido a Cursach.

El detenido ejerce el micromanagement a la mallorquina. Cursach ya era multimillonario cuando visitabas una de sus discotecas y te lo encontrabas a la puerta, vigilando el negocio. Ingresaba tanto dinero que contrató a los dos mejores contadores de billetes de Mallorca, y los tenía anotando su fortuna a jornada completa en una habitación acorazada de la calle San Miguel.

Desde el extranjero, el juez Santiago Pedraz ya imputó a Cursach por apropiación indebida, dentro de la trama del Banco de Valencia que investigaba la Audiencia Nacional. En tiempos en que las sentencias encarecen la "fiabilidad" de presuntos delincuentes como Urdangarin, reconforta que otros jueces se tomen en serio su profesión. A propósito, Cursach odiaba a Olaizola como jugador, y no creo que haya mejorado su opinión sobre el entrenador testicular.

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