Internet ha convertido los casos aislados en una avalancha, explica la presidenta de la patronal hotelera mallorquina, Inma Benito. Han localizado en redes sociales grupos con los que se capta a clientes que sufran algún tipo de patología, con el objetivo de después achacársela a un hotel. "Hasta buscaron soldados británicos heridos en Irak para luego reclamar e imputarle los daños a hoteles", denuncia Inma Benito, que recalca que el fenómeno es ya de impacto global. "En hoteles de América se están pagando 100.000 dólares al mes en reclamaciones de clientes británicos", abunda la presidenta de los hoteleros de la isla. En Ibiza viven también con preocupación este problema, calificada por la Embajada de España en Londres como una "crisis", concretamente, la de "las reclamaciones gástricas".

La sofisticación de los bufetes hace que sea difícil desmontar sus reclamaciones. Les basta con un tique de farmacia: "Luego hacen análisis, exámenes médicos, visten la reclamación y la presentan", detalla el gerente de la Federación Hotelera de Eivissa, Manuel Sendino, que lamenta incongruencias como que la demanda no se presente en el momento de la supuesta intoxicación, sino meses o incluso años después, cuando es más difícil probar la falsedad de la reclamación. Que esa es otra perversión, dicen los hoteleros: la Justicia británica da por hecho que el que demanda dice la verdad, con lo que es el hotelero el que ha de demostrar años después que no intoxicó a nadie.