Urdangarin no solo alegó ayer, a través de su abogado, que no tiene dinero, sino que lo quiso demostrar con hechos. Una persona hasta hace poco acostumbrada a viajar en coche oficial y a entrar en todos los lugares a los que iba por la puerta principal, ayer dejó claro que estos privilegios ya se le han terminado. El exduque de Palma salió de su casa de Ginebra a las cinco de la mañana. Lo hizo solo y se dirigió caminando hacia la parada del autobús. Utilizó el transporte público para poder llegar al aeropuerto de Ginebra. A primera hora salía un vuelo directo a Palma, sin escalas. La hora de llegada le permitía tener tiempo más que suficiente para poder llegar a tiempo a su cita con el tribunal. Este vuelo evitó que tuviera que viajar el día anterior. La compañía que eligió era una de low cost (de bajo coste), es decir, había comprado un vuelo barato.

Urdangarin ya no abandona los aeropuertos por la sala de autoridades. Ahora tiene que caminar el largo recorrido que han de realizar todos los viajeros que llegan a Son Sant Joan. A su llegada a Palma le acompañaba uno de sus escoltas y le esperaban varios periodistas de televisión que querían obtener una declaración suya en este momento histórico. Urdangarin no perdió la compostura. Controló los nervios y hasta se mostró agradecido por el trabajo que realizaban los medios. Eso sí, no mencionó una sola frase, más allá de un saludo protocolario.

Urdangarin y Torres tenían muy claro que ayer el fiscal iba a reclamar una fianza económica elevada. El problema que ambos comparten es que no tienen trabajo y, por tanto, carecen de ingresos. Pero la situación de Urdangarin con respecto a Torres no es comparable y por ello el fiscal pidió más dinero para el primero, que para el segundo.

Sus abogados quisieron que al tribunal le quedara muy claro que en estos momentos ninguno de los dos tenía dinero para afrontar la fianza que les estaba reclamando el fiscal Anticorrupción. Y este alegato, junto al hecho de que siempre han estado a disposición de las autoridades judiciales, demostraba que no existía intención alguna de huir. Querían continuar en libertad hasta que se resuelva el recurso a la sentencia de las tres magistradas, que quedaron convencidas por estos argumentos.