Las desaladoras de Ciutadella y Santa Eulària son una de las muchas herencias que todavía persisten de la polémica gestión política de Jaume Matas en el Govern y en el Ministerio de Medio Ambiente. Él, tras llegar al despacho ministerial, llegó a un acuerdo con el Govern para que Madrid sacara a concesión las obras y explotación de las desaladoras. Lo vendió como un gran logro de gestión. No obstante, durante la pasada legislatura, ni el entonces president del Govern, José Ramón Bauzá, ni tampoco su entonces conseller de Agricultura y Medio Ambiente, Biel Company, quisieron saber nada del logro de Matas y rechazaron asumir las desaladoras al detectar deficiencias y al no querer aceptar los costes que pedía el Ministerio.

La presidenta del Govern, Francina Armengol, se encaró con la popular Marga Prohens por este tema. La presidenta lamentó que el Gobierno del PP "quiera lucrarse a costa de los ciudadanos de Balears". Prohens culpó al conseller Vidal de mala gestión.

El conflicto se remonta a cuando Jaume Matas era ministro de Medio Ambiente (2000-2003), quien acordó con el Govern que su departamento asumiría el coste de 26 millones para construir y poner en funcionamiento las desaladoras de Ciutadella y Santa Eulària a cambio de que la administración autonómica comprara agua a un precio pactado.

El Ministerio encargó la construcción a empresas concesionarias, se modificaron los proyectos con un sobrecoste de 12 millones de euros y finalmente la administración central decidió rescatar a esas empresas cuando tuvieron dificultades económicas.

Ambas plantas llevan casi una década sin funcionar y ahora la conselleria de Medio Ambiente está construyendo la conexión con la red de abastecimiento.