El Govern balear se ha hartado: consideran que AENA, la empresa semipública que gestiona el aeropuerto, está ninguneando a Baleares y a las instituciones que representan a su ciudadanía. La decisión que Enaire (responsable de navegación aérea y accionista público de AENA) ha comunicado a su plantilla de torre de control de aumentar la capacidad operativa del aeropuerto de 66 aterrizajes o despegues por hora a un total de 80 está detrás de la indignación que el mismo lunes, tras leerlo en Diario de Mallorca, transmitió el vicepresident del Govern, Biel Barceló (Més), a los responsables del aeropuerto. "Es inadmisible que se decida elevar el volumen de vuelos y la capacidad de mover turistas del aeropuerto sin consultar con quienes tenemos que gestionar la política turística y los servicios públicos esenciales para atender las necesidades de la isla", razona Biel Barceló.

El vicepresident repite así una queja expresado por altos cargos políticos de gobiernos anteriores, como el de Bauzá (PP), que ya en su día se quejaron del ninguneo constante por parte del Ministerio de Fomento y los responsables de AENA, sobre todo cuando se pone sobre la mesa el deseo de Mallorca, sus instituciones políticas, patronales, sindicatos, colectivos sociales y ecologistas de participar en las decisiones clave para el futuro "de la principal infraestructura de esta isla". "Pero no sentimos que se nos esté escuchando. Ocurre también en el resto de aeropuerto de la red de AENA, que funciona de forma centralizada, algo que no se hace en otros países de nuestro entorno", recalca el vicepresident del Govern, que por ello insiste en la necesidad de aplicar al aeropuerto un sistema de cogestión del aeropuerto que permita la participación de la isla en las decisiones, como el que rige por ejemplo en los puertos, también dependientes del Estado y su Ministerio de Fomento. ¿Cuál es la diferencia más importante entre ambas infraestructuras? Pues que los puertos sobreviven como pueden, mientras el aeropuerto de Palma es una máquina de hacer dinero para la cuenta de explotación de AENA, que recauda al año 1.150 millones de euros en tasas en los aeropuertos de las islas.

De ahí también el malestar del Govern, en el que recuerda que el aeropuerto es la puerta de entrada a la isla, no un mero negocio, por mucho que el Gobierno Rajoy haya privatizado el 49% de AENA. Barceló asegura además que hay un contacto fluido con el director del aeropuerto, José Antonio Álvarez, pero lamenta haberse tenido que enterar por este diario de un aumento de capacidad y flujos aeroportuarios que está ya tan decidido y masticado que ha sido comunicado a los profesionales de la torre de control y algunos otros departamentos del aeropuerto. De hecho, como publicaba hoy mismo Diario de Mallorca, AENA ya tiene en marchas obras y planes para ampliar tanto el espacio de rodadura como de estacionamiento del aeropuerto, así como para ganar espacios de embarque y fingers en las terminales, para evitar atascos por falta de sitio y exceso de programación aérea como los que hicieron el verano pasado que Son Sant Joan fuese el aeropuerto europeo de tamaño medio con más retrasos.

Esa situación parece condenada a repetirse este verano, para el que nuevamente se espera un aumento de la carga de trabajo, antes de que las obras estén operativas y se eleve el número máximo de vuelos por hora de los 66 actuales a 80, equivalentes a un aterrizaje o un despegue cada 45 segundos. "Ese aumento de flujos afecta a todo: a nuestras carreteras, a nuestro territorio y espacios naturales, a la limpieza, los servicios de emergencia o los dispositivos sanitarios. Por eso es inadmisible que no se hable con nosotros antes de decidir", insiste Biel Barceló.

Reunión con la cúpula de AENA

Para solucionar esta falta de comunicación por parte de AENA, el Govern ha solicitado reunirse con los directivos de la empresa semipública (el 49% del accionariado es privado). La preocupación de Barceló está relacionada con los problemas de sostenibilidad que puede provocar que el aeropuerto salte de los 26 millones de pasajeros que saturaron el año pasado la isla a los 34 millones de viajeros que podría llegar a asumir ya Son Sant Joan. A este problema se une el difícil encaje que tiene elaumento de capacidad operativa que desea AENA con el modelo turístico balear. La explicación es sencilla: para atender los deseos de las aerolíneas, el aeropuerto necesita elevar su volumen de vuelos por hora justo en los momentos en los que a Mallorca menos le interesa, en los meses de julio y agosto, cuando la isla está ya llena hasta los topes sin necesidad de meter más turistas. "Estamos apostando por desestacionalizar", recalca Barceló, cuyo departamento ya solo promueve el turismo de primavera e invierno, tras constatar que el verano ya no da para más, como se vio en 2016.

Las advertencias ecologistas

El malestar de Barceló encuentra eco en colectivos ecologistas como el GOB, convertidos en punta de lanza en la lucha contra el aumento de los flujos turísticos a la isla. Hoy mismo, desde el GOB, se reclamaba al Govern que reaccione a los planes de AENA para elevar un 21% la operatividad del aeropuerto. "En una isla a punto del colapso, AENA planifica ampliar la capacidad para traer más turistas a las islas, a costa del territorio y de las personas que aquí vivimos", sostiene el colectivo ecologista en un comunicado colgado en su página web.

"Ante este hecho indignante, con el que AENA busca el máximo rendimiento de unas infraestrucutras semiprivatizadas con la connivencia del Estado, es preciso que el Govern balear se plante y rechace estos planes en voz alta y ante todas las instancias que haga falta", añaden desde el GOB.