Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Opinión

El plan perfecto para salvar al rey

El plan perfecto para salvar al rey

El plan trazado para salvar al Rey se ha resuelto según lo convenido. La sentencia del caso Nóos era la última incógnita por despejar antes de empezar a cerrar una crisis que ha llevado a la monarquía a vivir sus horas más bajas desde el regreso de la democracia a España y que tuvo un peso capital en la abdicación de don Juan Carlos, tres años después del estallido del escándalo.

El precio que la corona ha pagado desde entonces ha sido altísimo y descomunal el desgaste sufrido como primera institución del Estado en un momento de inestabilidad política, ascenso de nuevos partidos y cuestionamiento constante del legado de la Transición. Las heridas todavía están abiertas. Y algunas imágenes, como la entrada de Iñaki Urdangarin en prisión, volverán a golpear con fuerza a la Casa del Rey. Pero al menos le quedará su enérgica condena previa a la Infanta y Urdangarin, por muy dolorosa que personalmente pudiera resultar.

Semanas después de que la Fiscalía Anticorrupción ordenara en noviembre de 2011 el registro del Instituto Nóos, la Casa del Rey apartó a Urdangarin de las actividades oficiales. Inmediatamente después, el duque perdió su trabajo en Washington en Telefónica. Y la pareja fue desterrada a vivir a Ginebra.

Felipe VI quiso con su subida al trono marcar también distancias muy claras. Y en junio de 2015 despojó a la infanta Cristina del título de duquesa de Palma que don Juan Carlos le había concedido con motivo de su matrimonio con Iñaki Urdangarin. Un gesto que Cristina de Borbón vivió como una humillación pública especialmente dolorosa por sus vínculos con Mallorca y porque Urdangarin utilizaba el tratamiento como consorte. Quedaba el calvario judicial, la pena de banquillo y la asimilación de la pareja con todas las conductas corruptas.

Por eso el fallo absolutorio de la Infanta resultaba tan importante para el futuro del Rey, porque una condena lo hubiera sido también para la corona. Y ahora se marca una distancia clara. El corrupto era el cuñado. Al fin y al cabo, un extraño en todas las familias, aunque estemos hablando de la Jefatura del Estado.

Compartir el artículo

stats