"No hay mayor dolor en el infortunio que recordar el tiempo feliz". Son palabras de Dante Alighieri en la Divina Comedia. Es un suplicio que Cristina de Borbón y Grecia vive desde que, junto a su marido, entró en el mundo de los negocios que se sustentan en los presupuestos públicos. O, más concretamente, desde que un juez y un fiscal decidieron husmear en la relación entre las empresas creadas por el matrimonio que forman Iñaki Urdangarin y la hija y hermana de rey.

Desde entonces, una vida de ensueño y repleta de privilegios por la pertenencia a la Familia Real se ha convertido en un descenso a los infiernos en el que no han faltado ni el repudio ni la humillación por parte de los más próximos. Una familia presentada como ejemplar entre la princesa inteligente y el deportista de éxito y protagonista del papel couché pasa a habitar entre las páginas del escándalo político.

Primer distanciamiento. Todo comenzó a torcerse cuando se publicaron las primeras noticias sobre los foros de turismo y deporte por los que el Govern de Jaume Matas llenó de dinero los bolsillos de Urdangarin. La primera estrategia de la Zarzuela, aún gobernada por Juan Carlos I e incapaz de prever la deriva que tomaron los hechos, consistió en poner kilómetros de por medio. El marido de la Infanta logró de Telefónica un empleo excelentemente remunerado en Washington y la familia se trasladó a la capital de EE UU. Entre 2009 y 2012 los Urdangarin-Borbón pusieron 6.500 kilómetros de tierra y mar entre Barcelona y su nuevo domicilio.

La anterior Familia Real al completo en Marivent. Lorenzo

Sin embargo, y contrariamente a lo que canta el bolero, la distancia no supuso el olvido. El juez José Castro y el fiscal Pedro Horrach pusieron en el punto de mira de la Justicia a Iñaki Urdangarin y sus foros excelentemente remunerados y pésimamente justificados.

El 12 de octubre de 2011 se celebró en el Palacio Real de Madrid la tradicional audiencia con motivo de la Fiesta Nacional. Ese día se tomó la última foto conjunta de Juan Carlos I, Sofía, Felipe, Letizia, Elena, Cristina e Iñaki. Los siete no han vuelto a juntarse en público desde entonces.

Urdangarin "no ejemplar". Pocas semanas después, Rafael Spottorno, entonces jefe de la Casa del Rey y hoy imputado por las tarjetas black de Caja Madrid, reunía a los medios de comunicación en un encuentro poco habitual. Informó de que Iñaki Urdangarin quedaba apartado de las actividades oficiales por su "conducta no ejemplar". La primera condena contra el yerno del monarca no esperó el dictamen de ningún juez: se emitió desde el corazón de la Jefatura del Estado.

Durante el 'exilio' en Washington les recibía Obama. EFE

El 24 de diciembre Juan Carlos I apareció con semblante serio en su discurso anual de Nochebuena. Dijo dos obviedades: "Tenemos el deber de observar un comportamiento ejemplar" y "la Justicia es igual para todos". Sin embargo, todo el país entendió que se trataba de una reprimenda a las actividades de su yerno bienamado, aquel a quien un día afeó que su hija viviera en un piso de Barcelona. No tuvo en cuenta que el tránsito a un palacete de lujo de Pedralbes se haría por vías tortuosas e ilegales.

Un mes después del discurso se produjo uno de los momentos más tensos, y no han sido pocos, del proceso que ha dinamitado la aparente armonía familiar. El monarca envió a Fernando Almansa, anterior jefe de su Casa, hasta la lejana estación de esquí de Aspen, en Colorado (EE UU). Era portador de un mensaje para Cristina: debía divorciarse o renunciar a sus derechos dinásticos. El diplomático no logró ni una cosa ni la otra de la Infanta, pero la distancia con su padre se agrandó. Solo doña Sofía era capaz de mantener el vínculo entre todo el núcleo familiar.

Urdangarin fue fulminado de la web de la Casa Real. Cristina sobrevivió hasta que, con la abdicación de Juan Carlos I y el advenimiento de Felipe VI, dejó de pertenecer a la Familia Real y se convirtió en familia del rey. Los veraneos en Marivent se espaciaron hasta desaparecer por completo.

Mientras tanto, la Zarzuela daba bandazos ante cada uno de los pasos judiciales. Podía expresar su respeto por la Justicia cuando se imputaba a Urdangarin, mostrar su "sorpresa" cuando se citaba a Cristina y aplaudir con indisimulada satisfacción los intentos del fiscal Pedro Horrach para evitar que se sentara en el banquillo de los acusados. Lo impensable estaba cada vez más cerca: una Infanta de España camino del banquillo. No es lo mismo que Maria Antonieta montada en un carro en dirección al cadalso, pero algunos puristas de la Zarzuela parecían enfrentarse a una situación semejante. Quizás imaginaron, de hecho esa fue la estrategia que se siguió ante el juez Castro y el tribunal, que se podría defender con la misma y estéril frase que la austriaca: "No fui más que la esposa [de Luis XVI o de Urdangarin en este caso], fue él quien cometió los errores y yo acepté su voluntad".

El palacete de Pedralbes se compró por caminos tortuosos.

Segundo 'exilio'. Cuando comienza 2013, el pleno del Ayuntamiento de Palma, gobernado entonces por el PP, no por ningún partido de ultraizquierda, toma, a instancias del concejal del PSM Antoni Verger, una decisión que refleja como la desafección hacia el matrimonio pasa de las alfombras de palacio al asfalto de la calle. Cort acuerda retirar de la Rambla el añadido de los Ducs de Palma de Mallorca "por respeto a la opinión ciudadana". Un varapalo inesperado por proceder de la instancia municipal que antaño les había recibido casi como si se tratara de dos héroes de un cuento moderno de príncipes y princesas.

Las imágenes de unos operarios de Cort cambiando las placas del popular paseo palmesano dieron la vuelta al país y fueron motivo de chanza popular. Las redes sociales se llenaron de memes para ridiculizar la caída de la pareja del nomenclátor de Palma.

La Rambla perdió el añadido de Duques de Palma. Manu Mielniezuk

El ambiente ya no es propicio para la pareja en España. Comienza entonces un segundo exilio en un lujoso piso de la Rue de Granges en la localidad suiza de Ginebra. Es el último favor del Aga Khan a su amigo Juan Carlos. Un retiro en el pacífico país alpino que solo abandonan para sus citas en los juzgados palmesanos. Sea para declarar ante el juez de instrucción, sea para sentarse en el banquillo de los acusados en la improvisada sala de vistas de la Audiencia en el polígono de Son Rossinyol.

De Juan Carlos I a Felipe VI. Juan Carlos I abdica el 21 de junio de 2014. Han sido 39 años de reinado, que probablemente hubiesen sido más sin sus propios errores en los safaris con elefantes y con amigas íntimas y los problemas de su hija menor con la Justicia. El ascenso al trono de Felipe VI acelera el descenso a los infiernos del matrimonio.

El ascenso al trono de Felipe VI aceleró la caída de la pareja. EFE

Si retornamos al Dante de la Divina Comedia, probablemente Iñaki y Cristina acompañarían a los pecadores de incontinencia que penan en el cuarto círculo su amor por la riqueza desmedida. Allí empujan grandes bloques de oro divididos en dos grupos que cuando se encuentran se insultan. Si el escritor italiano que protagonizó el tránsito de la Edad Media al Renacimiento quisiera ser más duro, les incluiría en el segundo giro del séptimo círculo, donde quienes no tuvieron mesura en la gestión patrimonial son desgarrados por perros famélicos.

Como el infierno de Urdangarin y Cristina no está en el inframundo, sino que es terrenal y monárquico, los desgarros se los ha causado el nuevo Rey. El 12 de junio de 2015 revoca el título de Duques de Palma que Juan Carlos I les había concedido en 1997 con motivo de su boda. Entre cortesanos debe ser la humillación suprema. Pero la desafección ha superado el ámbito de lo oficial para trasladarse al personal: ni siquiera el día de Navidad son bienvenidos en la Zarzuela.