En una sociedad avanzada como la nuestra, respetuosa de los derechos y libertades individuales, era de cajón que la jueza iba a dar la razón a la trabajadora de Acciona a la que se vetó el derecho a usar el velo islámico durante su horario laboral, alegando además un supuesto perjuicio a la empresa que no ha quedado demostrado en ningún momento, no existía en este caso ninguna norma interna que prohibiera expresamente los símbolos religiosos, como el pañuelo islámico,un crucifijo o una estrella de David, por referirnos a otras religiones. Incluso si existiera esa norma, no puede estar por encima en ningún caso de derechos que están reconocidos en la Carta Magna como son el derecho que tiene toda persona a profesar una religión, así como la expresión de estas creencias. Este derecho está recogido, no solo en la Constitución española, sino también en una serie de tratados internacionales, desde la Declaración Universal de Derechos Humanos de Naciones Unidas, hasta la carta de derechos fundamentales de la UE. Normas que establecen que "toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión". Todas las sentencias, tanto nacionales como europeas, alcanzan la misma decisión: la religión es un derecho de los ciudadanos y debe protegerse. Y estamos tan de acuerdo, que ojalá ese mismo respeto que se tiene en nuestras sociedades occidentales por otras religiones se tuviera a su vez en otros países que no tienen el laicismo por bandera o que tienen como mayoritaria una religión diferente a la mayoritaria aquí y todo el mundo conoce países en los que eso no sucede. No nos pongamos a la altura de los bárbaros, pero el objetivo es que todos seamos iguales sin que nuestro credo importe. O todos moros o todos cristianos que diría uno.
