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La fiesta en paz

Es hora de que los moderados alcen la voz

Temen perder apoyos entre quienes levantan la voz y la coz desde los extremos y apenas se inmutan por el susurro y la mano tendida desde el centro

Rajoy firma en una bandera de España, en el Congreso del PP. Efe Efe

Es la hora de los moderados. En estos momentos turbulentos, en los que los extremos cotizan al alza en el viejo y en el nuevo continente, son los líderes más reflexivos quienes deben alzar a voz. Sin estridencias. Sin chillidos. Pero con la fuerza necesaria para que la razón se imponga sobre el ruido.

Los clásicos como Stefan Zweig ya nos advirtieron de que, cuando "se desmoronan las normas y certezas sobre las que se ha construido la vida de millones de personas", se instala la confusión entre unas masas predispuestas a escuchar a los fanáticos.

Nuestra sociedad llegará a la plena madurez democrática el día que sean las izquierdas quienes condenen a los grupúsculos radicales que creen que interrumpir una misa en Sant Miquel es la mejor forma de defender el aborto. Mallorca hubiese sido mucho más justa si hubiese sido la derecha quien hace décadas hubiese impulsado la apertura de fosas de las víctimas de la Guerra Incivil.

El humanismo triunfará en

la isla cuando un inmigrante sea visto como un trabajador que busca un empleo en un lugar donde se necesita mano de obra, generalmente a bajo precio, y no como una amenaza. Entenderemos el deporte como una herramienta educativa cuando ningún padre insulte al rival en un partido de infantiles o intente agredir al árbitro o al entrenador porque considera que su hijo es maltratado con el silbato o con la pizarra de la alineación.

Para nuestra desgracia, hay líderes a todos los niveles que consideran beneficioso para sus intereses o ideología defender a los provocadores, ahondar en la herida de las víctimas, culpar al emigrante del paro o insultar al árbitro.

En el ámbito político hay moderados de sobra en la izquierda y en la derecha. Sin embargo, se sienten acongojados ante los radicales de sus respectivos bandos. Temen perder apoyos entre quienes levantan la voz y la coz desde los extremos y apenas se inmutan por el susurro y la mano tendida desde el centro. De nuevo Zweig recuerda que todos los grandes cambios de la humanidad se intentan primero con los reformadores moderados. Solo si estos fracasan llegan las revoluciones violentas. Por eso conviene que los sosegados asuman su responsabilidad.

No se trata de una situación nueva a lo largo de la historia. En este año se celebra el quinto centenario de la reforma protestante, iniciada cuando Martín Lutero clava el 31 de octubre de 1517 en la puerta de Wittenberg sus 95 tesis contra las indulgencias. Ese día chocan dos radicalismos: el del papado de Roma y el del luteranismo, tan intransigente en la defensa de sus postulados como los cardenales y los obispos. El gran derrotado es Erasmo de Rotterdam, el pensador serio y culto que apuesta por un cambio profundo en el cristianismo sin ruptura y, sobre todo, sin sangre.

"La historia no aprecia demasiado a los hombre mesurados, a quienes pactan y concilian, a los hombres de humanidad. Prefiere a los apasionados, a los que no conocen medida, a los violentos aventureros del espíritu y de la acción", escribe Zweig en su bi0grafía de Erasmo. En esta segunda corriente alinea a Lutero, quien -otra llamada de atención de la historia para el presente-, advertía que no es posible emprender un cambio desde la "sabiduría" y concluía que "todo tiene que suceder en la ignorancia". Algo así como el "¡muera la inteligencia!", atribuido a Millán Astray. Mejor para el radical el golpe de tuit que el discurso razonado. Mejor el Sálvame que el Salvados. Mejor el rumor que la noticia contrastada y envuelta en sus matices. Mejor el líder que chilla que aquel que reflexiona.

En el primer semestre de este año prácticamente todos los partidos parlamentarios celebran congresos. Ciudadanos, PP, Podemos y PSOE dirimen sus líneas ideológicas y, en algunos casos, renuevan liderazgos. Casi en el mismo periodo de tiempo, los grandes países europeos -Alemania, Francia, y no se puede descartar que también el Reino Unido- acuden a las urnas.

¡Ojalá no se acalle la voz de los moderados!

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