La isla se llenará aún más este verano. También en los apartamentos y casas de alquiler legal e ilegal. Si hace unas semanas las cadenas hoteleras y los grandes touroperadores confirmaban en la feria turística de Madrid que en 2017 mejorarán las ventas de un 2016 de máximos, ayer la asociación del alquiler vacacional y algunos de los principales operadores de ese segmento corroboraban que se avecina otra campaña de éxito de negocio y saturación en las calles y playas de la isla. "La demanda de alojamiento vacacional crece un 40% en Mallorca respecto al año pasado", concretaba el presidente de la Asociación de Apartamentos Turísticos (Aptur), Juan Estarellas, durante el Foro Vacacional organizado por la agrupación de propietarios y por empresas de referencia en el negocio como Logitravel, Fincallorca, Booking.com y Airbnb.

El mismo Estarellas daba más detalles de la que se viene encima: la afluencia de británicos a la isla se disparará esta temporada un 96%, que es lo mismo que decir que en pleno brexit el alojamiento de británicos en apartamentos se duplica. Crece igualmente con fuerza el mercado francés, que se apunta un 75% de subida en Mallorca. Progresan también a ritmo de vértigo las ventas entre los italianos, que engordan un 50% y un 150% en Eivissa. Y el cóctel de abarrote se completa con una crecimiento menos espectacular, pero más relevante en el mercado alemán: el principal cliente de Mallorca, el que aporta casi la mitad de los turistas, eleva un 25% su demanda de alquiler vacacional. El salto parece más modesto, pero en términos absolutos es tan grande que garantiza por sí solo un año de lleno tanto en las cajas de los negocios como en cada rincón de una isla que volverá a forzar sus costuras, con una presión humana nuevamente récord.

Los datos abruman. Falta por ver si son atinados, que no está muy claro: tras ofrecer sus previsiones de crecimiento, el presidente de la patronal de los apartamentos reconocía el descontrol en su actividad, al asegurar que "no se sabe exactamente cuánta gente llega a los apartamentos". Por no saberse, no se sabe ni cuántos apartamentos ilegales hay. Aunque las estimaciones son abultadas. En las islas están censadas en Turismo 12.000 viviendas, todas ellas casas aisladas o chalés pareados, que son las que pueden dedicarse legalmente al turismo. A ellas se suman al margen de la ley unas 30.000 viviendas más, la mayoría pisos en edificios residenciales, excluidos por normativa del negocio vacacional. Aún así están activos, hasta el punto de que el presidente de Aptur asegura que sus datos de crecimiento, ese 40% citado, se refieren tanto al avance de la actividad reglada como la que actúa fuera de la ley.

Más calidad

Aunque ilegalidad no significa falta de calidad, recalcan en el sector: ocho de cada diez alquileres turísticos de la isla obtienen de sus usuarios una nota de cinco estrellas. O eso aseguran tanto Estarellas como otro de los participantes en el foro de ayer, Jordi Mora, presidente de Pimem, la patronal de la pequeña y la mediana empresa, que defiende que el alquiler "favorece al pequeño negocio". Por eso carga contra la reforma que impulsa el vicepresident y conseller de Turismo, Biel Barceló. "En ella fijan límites al alquiler que no compartimos, alentados por grandes empresas [hoteleras], que dejan fuera al resto del sector turístico".

O no tan fuera: la realidad es que esos límites ya existen mientras se tramita esa reforma, y aún así se incumplen, para satisfacción de las empresas turísticas no ligadas al alojamiento. Que prevén facturar más, enfatiza Mora: al calor del crecimiento exprés del alquiler, la hostelería, la restauración, el comercio y ocio turístico mejorarán su facturación "entre un 4 y un 5%". Récord sobre récord, que ya es decir: Mallorca alcanzó en 2016 su mayor cifra de ingresos y rentabilidad, gracias a unos precios que siguen subiendo. Lo certifica Cristina Meca, de Fincallorca, que detalla que este verano las casas turísticas ingresarán de media 45 euros por persona y noche, con un promedio de seis viajeros por reserva. Y eso son 250 euros por noche, suficientes para explicar tanto el éxito del negocio como la resistencia a dejarlo, aunque la ley lo prohíba.