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El 'boom' de los pisos turísticos ha generado 1.300 empresas de alquiler en cinco años

El auge del negocio ha provocado su profesionalización, liderado ahora por sociedades especializadas en comercializar las viviendas y luego gestionar la estancia del turista - La rentabilidad anual llega a 30.000 euros por piso

Se estrenó este Govern del Pacto como el anterior del PP: prometiendo sembrar tecnología para acabar con la dependencia económica y laboral del monocultivo turístico. Pero ya tienen dos tazas de lo que no querían. O dos cosechas: el turismo, en este caso de alquiler, es la inversión de moda, la actividad que más crece en Mallorca. Para completar la ironía, el avance fulgurante está impulsado por la tecnología, internet y la capacidad que están demostrando los teléfonos móviles para cambiar el mundo y sus negocios: la irrupción de AirBNB, Homeaway y plataformas de comercialización turística similares ha provocado que en solo cinco años hayan germinado y florecido en las islas más de 1.300 sociedades nuevas dedicadas al alquiler de inmuebles. Toda una cosecha de monocultivo turístico, ahora además forrado del ladrillo del que también se quiso huir.

Los datos son explícitos. Según registra el Directorio Central de Empresas, al inicio del año 2012 había en las islas 2.610 compañías especializadas en arrendamiento, un volumen de negocios que se disparó hasta los 3.917 durante el año pasado, el de la saturación máxima y los récords de clientes en los hoteles y los apartamentos. Eso es un 50% de incremento de las sociedades de alquiler, un salto tan grande que ningún otro sector se ha acercado a ese ritmo de crecimiento. Ni siquiera la propia industria tecnológica, que pese a su avance exprés, en ese mismo tiempo vio su nómina de empresas engrosada un 45%.

Así que el alquiler turístico está de moda. Y desde hace ya tiempo. Si se echa la vista un poco más allá de 2012, al inicio de la crisis financiera mundial y el pinchazo inmobiliario español, allá por el año 2008, se constata que arrendamiento vacacional se ha convertido en el refugio más buscado para capear el temporal económico. Con recesión y escaso crédito bancario, Balears ha pasado de tener 1.939 empresas de alquiler a convivir con el doble, las 3.917 antes citadas.

Que no son todas las que se dedican al negocio del arrendamiento vacacional, ojo. Lo explican en el propio sector, en el que aclaran que esas sociedades censadas como de alquiler de bienes inmobiliarios son en muchos casos empresas creadas por familias para gestionar con mayor eficiencia fiscal el arrendamiento de pisos y casas que poseen. A esas hay se suman los cientos de asesorías, gestorías y sociedades de servicios dedicadas solo a administrar, mantener y comercializar inmuebles turísticos. "Nosotros somos una empresas de gestión y estamos constituidos como tal. Llevamos 27 propiedades y comercializamos y atendimos 600 reservas el año pasado, que fue nuestro primer año", ejemplifica Carlos, que pide que se omita su apellido y el nombre de su empresa, ante las presiones que se viven en un sector que alquila al margen de la legislación de Balears, donde está prohibido arrendar pisos a turistas en edificios residenciales.

Un negocio muy lucrativo

Pero se hace. Y con rentabilidades elevadísimas. Según detallan en las empresas del sector, un piso de un par de habitaciones puede dejar entre 15.000 o 30.000 euros al año, dependiendo de su ubicación (el centro de Palma es garantía de éxito). Aunque tanto empresarios como el citado Carlos como la asociación que agrupa a los dueños de pisos de alquiler, Aptur, recalcan que el potencial de este negocio va mucho más allá del lucro individual de cada propietario: "Este modelo genera riqueza compartida. Son turistas que llegan a un piso con la nevera vacía. El propietario ingresa el alquiler, que es más rentable que el contrato largo residencial, pero todo los demás es negocio que el cliente deja fuera. Son restaurantes, comercios, alquileres de bicis, panaderías, de todo. Muchos bares y negocios de la Llotja (Palma) cerrarían si no fuera por el alquiler turístico. Gracias a esto tenemos una actividad en invierno que de otro modo no tendríamos. Si cortas, cerrarán empresas y habrá despidos", expone Carlos, en una reflexión similar a las del presidente de Aptur, Juan Estarellas.

Negocios que desaparecen

¿Se refleja esa "riqueza compartida" en los datos del Directorio Central de Empresas? Pues lo cierto es que no. Es probable que quienes operan en zonas de alquiler masivo estén facturando más, pero eso no está aumentando el músculo empresarial de la hostelería, el comercio o la restauración. De hecho, esos sectores no han dejado de perder sociedades desde que estalló la crisis. Un ejemplo, en 2011 las islas contaban con 3.818 negocios de venta de bebidas, que hoy, con el alquiler en auge, son 3.312. Más de 500 se han quedado así por el camino. Lo mismo ocurre con los restaurantes: pasan de 4.605 al inicio de la crisis a los 4.089 actuales.

crece tímidamente el número de hoteles (de 969 a 1.005 en cinco años de inauguraciones de hoteles boutique),y se dispara, por supuesto, el volumen de empresas de alojamiento no hotelero, entre las que están las de apartamentos vacacionales. Eran 709 en 2001 y hoy son un 57% más, 1.082. Más que hoteles. El turismo cambia, el monocultivo permanece.

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