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Alquiler turístico

"Este modelo de negocio crea empleo que no existía, y los hoteles siguen llenos"

El alquiler vacacional ha dejado de ser un negocio turístico periférico y artesanal para convertirse en una industria peleada por cientos de empresas que replican recetas hoteleras y arrasan entre los clientes

Jon Berasategui, de We Loft It, en una de las casas que su empresa alquila a turistas, ubicada en Son Espanyolet. guillem bosch.

Lo primero que ve un turista al bajarse del avión en el aeropuerto de Mallorca e ir a recoger su maleta son dos carteles de publicidad. Uno anuncia alquileres turísticos en la isla. El otro presenta a una empresa extranjera que busca propietarios dispuestos a vender sus pisos y casas para ponerlas en el mercado vacacional. Así que mientras el Govern batalla con todas las ramas del turismo para intentar regular el arrendamiento a viajeros, el negocio pasa por encima de la ley y avanza a velocidad de vértigo. En el aeropuerto y en la autopista, donde uno de los carteles más grandes de camino a Palma anuncia los servicios de Easy Rent, empresa dedicada precisamente a dar apoyo a quienes ponen sus casas y pisos en el mercado de las vacaciones.

No es la única. Hay cientos. Y la mayoría son nuevas. Algunas se mueven sin publicidad por los recovecos de webs como AirBNB, donde hay perfiles que ofrecen en Mallorca más de 300 inmuebles distintos. Otros apuestan por la legalidad y la transparencia, y lucen cartel y cartera de servicios, como la citada Easy Rent. O como Holiday Rentals. O como We Loft It (www.weloftit.com), compañía impulsada por Jon Berasategui y su familia para aprovechar las oportunidades que da el sector de moda. Que son muchas, como él mismo explica. "Empezamos el año pasado. Somos tres personas, ahora incorporaremos empleados y en función de lo que tengamos en verano ampliaremos a más gente. Calculamos que la gestión de cada casa exige 40 horas al mes, con lo que puedes atender cuatro inmuebles por trabajador. El servicio es completo. Recibimos en persona a los huéspedes, les preparamos aperitivo o desayuno mallorquín, según la hora que sea. La idea es que no tengan que salir corriendo el primer día al supermercado, así que les queda la casa preparada para alojarse y básicos como agua, leche, café, algo de picar para esa primera noche", detalla Berasategui, que describe a la perfección un modelo de negocio que está arrasando en el mercado del alquiler, cada vez más alejado de esa pasado casi artesanal en el que los propietarios arrendaban sus propias casas cada verano, muchas veces a los mismos clientes y por los mismos precios.

La tiranía de la reputación

Hoy eso casi ha pasado a la historia: en el alquiler turístico actual la reputación lo es todo. Si fallas, la misma web de AirBNB o cualquier página similar reflejará las quejas. De ahí el éxito de estas nuevas empresas, que han elevado la calidad por la vía de la sofisticación, replicando recetas del negocio hotelero. "El propietario quiere olvidarse de problemas. Así que nos deja las llaves, obtiene rentabilidad y nosotros nos encargamos del mantenimiento, la limpieza, la lavandería, el cobro y la estrategia para fijar precios y gestionar reservas en cada momento de la temporada.

Ofrecemos servicios de decoración y asesoramos para maximizar el potencial de la casa y hacerla apetecible para los turistas. Con todo eso, el viajero tiene la experiencia que busca. Con este modelo de alojamiento repartimos el negocio turístico, que llega a los taxistas, a los comerciantes, a los restaurantes y la hostelería", explica Jon Berasategui, que dio el salto hace poco más de un año, cuando dejó su boutique de vinos junto al mercado del Olivar para sacarle partido a sus conocimientos de turismo, gestión y marketing con un proyecto que está revelando ser de éxito.

Empresarios reinventados

Jon se ha reinventado. Y no le va mal. Como a Carlos, que dejó hace unos meses su trabajo de años y ahora gestiona su propia empresa de servicios de apoyo al alquiler. "Esto está creando mucho empleo que no existía, y no afecta al ya existente: los hoteles siguen llenos", reflexiona él mismo, cuyo modelo de negocio pasa por cobrar "un 25%" de los ingresos de cada inmueble turístico. "Por experiencia en gestión sé que pese a ese 25%, el propietario acaba ingresando más recurriendo a profesionales que maximizan los ingresos, y se olvida de problemas", explica Carlos, que pese al anonimato y la discreción que pide, insiste en una idea: su empresa paga todos los impuestos, hace todos los cobros por banco y no ve un céntimo en negro. Que no todo el alquiler es economía sumergida. "La gente quiere hacer las cosas bien, aunque es verdad que hay mucho pirata en esto: ves precios de 60 euros la noche por un piso de dos habitaciones. Solo con los impuestos y gastos fijos que tienes, si cobras 60 euros por noche es porque estás trabajando en negro, si no, no salen las cuentas".

Su reflexión va acompañada del reconocimiento de la ilegalidad de la actividad de algunos de sus clientes: comercializan por canales turísticos pisos en edificios plurifamiliares residenciales, algo estrictamente prohibido por la ley (aprobada por el Govern Bauzá en 2012, y ahora en proceso de reforma). Aunque Carlos, como la práctica totalidad de su sector, considera que esa prohibición es una arbitrariedad absurda e inefectiva. La prueba son los más de 20.000 anuncios de pisos de Mallorca que hay en esas webs turísticas que les están vedadas por ley. "Es que la demanda existe. Es un tipo de experiencia que no ofrecen los hoteles. Yo estoy de acuerdo con que el Govern regule. Solo hace falta hacer tres cosas: exigir un nivel de calidad y servicios en los pisos, obligar a que como mucho se alojen las personas permitidas por la cédula de habitabilidad, y no que en una vivienda de cuatro personas entren nueve, y por último, apretar para evitar la economía sumergida".

Legislar, sí, pero bien

De opinión similar es Jon Berasategui."Todos queremos una legislación clara, estable y pagar nuestros impuestos. Nadie de este sector te va a decir que le gusta lo que tenemos aquí ahora, en vez de lo de sitios avanzados, como París", ejemplifica, aunque estos días se debate en la capital francesa por los precios disparados y disparatados de la vivienda, por efecto del alquiler turístico. ¿Les suena? Claro, pasa en Mallorca y Eivissa, que cerraron 2016 liderando el encarecimiento de los pisos, cuya renta empieza a estar lejos del alcance de los sueldos de la isla.

Jon Berasategui reconoce el fenómeno. Especifica además que la rentabilidad de arrendar a turistas es "más o menos el doble" que la de contratos de larga estancia y asume que hay que regular para evitar que todo valga. Aunque a partir de ahí defiende la capacidad del mercado para regular por sí solo oferta y demanda, sobre todo cuando el escenario mediterráneo se normalice y Mallorca deje de recibir los millones de turistas huidos de Turquía o Egipto.

"Debemos tener claro que el alquiler turístico es algo que demandan los clientes, es algo que pasa y va a seguir pasando. No puedes legislar para inventarte una realidad, en este caso una realidad sin alquiler turístico. Este modelo ha llegado para quedarse. No es solo AirBNB: Tui ya tiene su plataforma de alquiler, Logitravel va a lanzar una este verano y cada día surgen nuevas páginas. Es un negocio rentable, que reparte la riqueza y crea empleo en verano y en invierno, cuando lo tenemos casi todo ocupado. Aprovechémoslo y hagámoslo bien", reflexiona.

Le da la razón Carlos. También lo hacen los portavoces oficiales del sector, que advierten de que si Balears no pone orden, los gigantes de la touroperación y las multinacionales inmobiliarias que ya se anuncian en el aeropuerto acabarán devorando el mercado y comercializan la isla trozo a trozo, piso a piso, directamente en sus países de origen. La isla tendrá así el mismo problema, dicen, lo que no tendrá ya es el dinero.

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