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Análisis

O Camargo o la nada

Francina Armengol y Biel Barceló aceptaron en el despacho de este último ceder a Podemos la presidencia del Parlament. Hecho el reparto de cuotas, ahora no valen lamentos. Lo que no es tolerable es que para mantener sus equilibrios internos Alberto Jarabo -especialmente- y Laura Camargo se desentiendan de semejante vodevil en el que se encuentra la institución, y por su dejadez tengamos que sufrir otra peor en unas semanas .

Camargo sabe perfectamente que Balti Picornell no puede ser el próximo presidente de la Cámara. Ni siquiera a él se ve en el puesto, pero su secretario general se cree capaz de tutelarle. En una de las recientes reuniones del Pacto para desencallar este bloqueo, se les preguntó a Jarabo y Camargo: "¿Podéis garantizarnos que no hay ninguna grabación comprometedora contra Balti?" Mutismo.

De los ocho diputados con que se ha quedado el grupo podemista, solo el propio Jarabo y Camargo están preparados para asumir el desafío. Ella más que él incluso, pues encarna mejor los valores fundacionales y, que sepamos, no lleva mochila. Ciertamente, para una activista de trinchera como Camargo debe resultar difícil cambiar la pancarta por el sillón presidencial. A los números uno y dos de Podemos se les exige ahora responsabilidad (la que no tuvieron al colocar a la expresidenta expulsada), pero los vaivenes de uno y los postulados anticapitalistas de la otra seguramente se impondrán.

En esta nueva partida, ningún actor del Pacto actúa inocentemente. Bajo el pretexto de evitar un nuevo espectáculo, Armengol busca ahondar en la debilidad de Podemos, neutralizando a su voz más genuina. En Més también juegan: creen que cuanto peor le vaya a Podemos, más flujo de votantes para ellos. Por eso son flexibles con el candidato de Jarabo, a sabiendas de que toda la izquierda va a salir trasquilada.

Si la próxima presidenta del Parlament no se llama Laura "será un drama", vaticina un referente del tripartito. Es Camargo o la nada. Hasta en el PP lo tienen claro, aunque ellos esperan al felanitxer Picornell, para que siga el espectáculo.

En cuanto a dos diputadas que ayer se pasaron el pleno sentadas entre el público, damos por hecho que renunciarán a sus emolumentos de la jornada. Que les paguemos por dar la enésima nota ya sería el colmo.

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