Donald Trump ya está en la Casa Blanca aplicando las políticas más reaccionarias y el brexit hace tambalear los cimientos de una Europa sin un proyecto político definido que se ha convertido en un mero "supermercado" y que no es capaz de ponerse de acuerdo para dar una salida digna a la crisis de refugiados. Toda una tormenta perfecta que nos pilla "con escasez de líderes" que puedan hacer frente ni a los desafíos anteriores ni mucho menos al hecho irreversible de la globalización. Precisamente cuando más se les necesita. Esta fue una de las principales ideas que pusieron sobre la mesa el periodista Iñaki Gabilondo y el abogado Antonio Garrigues Walker durante una charla en un abarrotado Teatre Principal de Palma, en un acto organizado por la Cadena Ser.

Bajo el título El futuro no está escrito. Claves de un futuro inquietante y fascinante, periodista y jurista, moderados por el director de la Ser Antonio Fernández-Rodicio, fueron conversando sobre algunos de los principales desafíos a los que ha de hacer frente el planeta, un panorama desconcertante para el que lamentablemente "no hay respuestas ni recetas, sino que tenemos que construirlas entre todos", pero del que fueron capaces de vislumbrar un único factor positivo: "la capacidad de reacción de la sociedad", según Gabilondo.

Los ponentes desactivaron uno de esos desafíos que tiene nombre y apellidos: Donald Trump. El presidente norteamericano gobierna el país "como si fuera una empresa de su propiedad", según Gabilondo, pero afortunadamente no siempre va a poder salirse con la suya: "no va a poder hacer todo lo que quiera hacer, se va a oponer su propio partido en el Congreso" donde no hay disciplina de voto, recordó Garrigues Walker.La contradicción de Trump

Y Gabilondo puso un ejemplo muy gráfico de cómo la política migratoria del magnate antes o después va a toparse con un muro sí, pero de realidad: "Trump prometió durante la campaña la creación de 25 millones de puestos de trabajo. Pero Obama ha dejado el país con solo ocho millones de parados. Y no quiere inmigrantes. Es una contradicción".

En cualquier caso, subrayaron que tampoco Europa está como para censurar la política migratoria estadounidense dado su lamentable gestión de la crisis de los refugiados. "La Unión Europea no está para dar lecciones. Si Europa se pusiera de acuerdo el conflicto se arreglaría perfectamente, pero cada país insiste en tener su política propia", lamentó Garrigues Walker, que tachó de "vergüenza" que no se haya sabido manejar la cuestión migratoria. "Con la crisis de refugiados hemos perdido la dignidad moral", abundó Gabilondo, quien deploró que el antiguo continente "se conforme con ser un supermercado cuando en sus orígenes tenía dentro una idea superior".

Una Europa que ha entrado además de pleno en el proceso irreversible de la globalización "que produce frío, miedo a la pérdida de identidad, a que se desvanezcan los derechos adquiridos", según el periodista, quien constató que este mundo globalizado "nos pilla con escasez de líderes" que puedan gestionarlo, justo "cuando los necesitamos más que nunca", apuntó. "Europa es una gran posibilidad muy deshilachada por la falta de convicción y de liderazgo", abundó.

Peligro profundo

En este sentido, ambos incidieron en la carencia de un proyecto político para Europa. "Los que no quieren Europa, sí que tienen forjada una idea de ella, pero no hay una idea que contraponer a la de los enemigos", advirtió Gabilondo. "Europa no se unirá hasta que no exista una sensación de peligro profundo", vaticinó el jurista. Un reproche, la falta de proyecto, trasdadable al panorama nacional. "España se ha convertido en pura contabilidad, no hay otra cosa que articule el país que el dinero", lamentó Gabilondo.

Una carencia que no ha sido precisamente positiva para afrontar la cuestión catalana, según el periodista, quien denunció la ausencia de acción política del Gobierno ante la escalada independentista, a la que se ha asistido "como quien ve llover", con ausencia de argumentos y limitándose a esgrimir únicamente la baza de que "la ley está de su lado". Una nula gestión del proceso soberanista que a su juicio "se ha convertido en el mayor fracaso político de la democracia".