La crisis provocada por la destitución de Xelo Huertas como presidenta del Parlament, una vez expulsada de Podemos, se complica con la intervención de un personaje inesperado. Se trata de un detective privado de Palma, contratado por la entonces segunda autoridad de Balears para efectuar un barrido en su despacho y su coche particular en busca de aparatos electrónicos camuflados, porque temía falsamente que estaba siendo espiada.

Huertas creía que sus propios compañeros de Podemos habían camuflado grabadoras para escuchar sus conversaciones. Tales sospechas estaban completamente infundadas. No se localizó, ni en su despacho, ni en su coche particular, ningún elemento de espionaje. Aún así, la representante pública de Podemos ordenó que la factura por este encargo la pagara el Parlament, con fondos públicos. La citada factura, extendida a nombre de una empresa, asciende a la cantidad de 2.299 euros, con impuestos incluidos. De momento, el detective no ha cobrado. La Mesa del Parlament ha decidido congelar el pago, ante las sospechas que genera la contratación ordenada por Huertas.

Este detective privado posee amplia experiencia en la búsqueda de elementos de escucha ilegales. Cumplió el encargo recibido de la Presidència del Parlament el pasado día 5 de diciembre. Las órdenes que recibió eran claras: Xelo HuertasXeloHuertas estaba convencida de que estaba siendo investigada ilegalmente a través de micrófonos ocultos, u otros elementos de espionaje.

El detective intervino diez días después de que este diario desvelara el 25 de noviembre una conversación de Huertas con tres consellers del Govern, bajo el título de "¿Cómo arreglamos lo de Daniel Bachiller?" En la información se detallaba que la narración procedía de "dos fuentes distintas del ejecutivo y el pacto".

Para verificar las sospechas de Huertas, el detective debía comprobar si se había colocado algún elemento de escucha en el despacho que ocupaba la presidenta del Parlament. No solo rastreó esta sala, sino también otras instancias públicas donde trabajaba el personal de máxima confianza de Xelo Huertas.

La labor del detective se prolongó durante dos horas. Primero inspeccionó a fondo el despacho de la presidenta, buscando elementos de escucha clandestinos que podrían estar escondidos en cualquier rincón de la instancia, pero no encontró absolutamente nada. Realizó primero un barrido visual y después utilizó un aparato que detecta elementos electrónicos. En ambos casos el resultado fue el mismo, la inexistencia de micrófono oculto alguno en el despacho de la presidenta del Parlament.

Otros dos despachos

No terminó allí el trabajo del detective. Siguió buscando e inspeccionó otros dos despachos del Parlament. Primero entró en las dependencias del jefe de Gabinete de la presidenta, Antoni Jiménez, y después hizo lo mismo en el despacho de la secretaria de Huertas. El método fue el mismo, una búsqueda visual y a continuación un barrido electrónico. Ni en un despacho ni en el otro encontró absolutamente nada.

La tarea del detective privado se trasladó después fuera de las oficinas del Parlament. Huertas le ordenó que también inspeccionara su vehículo particular, que se encontraba estacionado cerca de su domicilio. El detective cumplió el encargo y revisó a fondo tanto el interior, como el exterior del utilitario particular de Huertas. Comprobó miniuciosamente si le habían colocado algún aparato de seguimiento o escucha en el coche. Sin embargo, al igual que había ocurrido antes en los tres despachos, tampoco se encontró nada que justificara estas sospechas de la representante de Podemos.

El trabajo del detective ocupó una única jornada. Días después de cumplir el encargo remitió al Parlament la factura por su trabajo. El concepto aplicado es "investigación tecnológica".

Es la primera vez que un detective privado ha buscado elementos de espionaje en el Parlament. La entonces presidenta de la institución y segunda autoridad de Balears nunca acudió a la Policía para comunicar sus sospechas de espionaje y, por supuesto, tampoco presentó ningún tipo de denuncia. La intervención policial hubiera sido de la misma eficacia, y gratuita.