Los hoteleros de Mallorcavuelven a dirigir todas sus miradas al Caribe. Aunque por razones bien distintas a las de hace tres décadas. Ya no es solo que invertir allí sea muy rentable, es que además el destino mediterráneo de moda se ha quedado sin mercado hotelero: nadie quiere vender en la Mallorca de la rentabilidad disparada. Lo confirman los hoteleros, que confiesan que no encuentran establecimientos en Balears y “hay tortas” por crecer en el Caribe. Especialmente en Cuba: el paraíso de los Castro es tan codiciado que ni la sombra de Trump asusta a los mallorquines. Iberostar, Barceló, Meliá, Globalia y una veintena de cadenas medianas trabajan sobre el terreno para abrir hoteles, pese al riesgo de que el nuevo presidente de EE.UU. vuelva al bloqueo duro contra Cuba, como prometió.

La pelea es dura. Y empieza por las dos familias con más presencia hotelera en Cuba, ambas mallorquinas: los Escarrer y los Fluxá. O Meliá e Iberostar, si prefieren. Los primeros dominaban el mercado cubano con la confianza que daba la buena relación personal entre Gabriel Escarrer padre y Fidel Castro. Muerto Fidel Castro y retirado el creador de Meliá, que acaba de pasar el control a su hijo menor (Gabriel Escarrer Jaume), Meliá sigue siendo la cadena con más hoteles (29), pero el escenario parece distinto.

Para empezar, Miguel Fluxá e Iberostar consiguieron hace unos meses hacerse con el hotel Riviera de la Habana, deseado también por Meliá y otros grandes grupos. Y para agudizar los síntomas de cambio, esta semana Fluxá anunciaba que ha logrado una ventaja crucial, al obtener del Gobierno de Raúl Castro la primera licencia a una cadena extranjera para importar productos a Cuba. El 70% de la compañía será de Iberostar, y el resto del Estado cubano. Fluxá controlará así la ruta de entrada de productos clave para dar un servicio de primer nivel. Que no es cuestión menor: la dificultad para ofrecer calidad fue la razón esgrimida hace dos años por Carmen Riu para dejar Cuba.

Ahora Riu sondea el terreno para volver. Lo tendrá difícil. Sobre todo por la competencia de Iberostar, cuya estrategia de negociación en Cuba funciona: gestionan 15 hoteles, a los que incorporarán en 2017 otros dos, en Varadero y Playa Blanca. Y Fluxá afirma haber encarrilado acuerdos para alcanzar los 26 hoteles, con los que comprometería el liderazgo de Meliá.

Meliá, crecimiento “selectivo”

¿Preocupa en Meliá el avance de Iberostar? Pues su vicepresidente ejecutivo, Gabriel Escarrer Jaume, dice que no: “No lo vemos como amenaza. Queremos seguir creciendo, pero vamos de la mano de hoteleras cubanas, apostando por crecimiento selectivo y estratégico. Estamos muy contentos con nuestra posición: 29 hoteles y tres más en construcción. Seguro que creceremos más”, apunta el líder de la cadena líder en Europa y Cuba.

Al resto de empresas les está costando más. Aunque lo intentan, Raúl González, consejero delegado de Barceló, confiesa que no es fácil dar con la tecla: “Cuba es nuestra asignatura pendiente. Queremos crecer, pero no generamos contratos. Tenemos dos hoteles y estamos mirando un tercero. La Habana está despertando interés, pero el cambio está siendo más lento que lo que se cree desde fuera”.

Tan lento que algunos siguen evitando la isla. Su máximo exponente es Pablo Piñero, que continúa abriendo hoteles de cien millones en Dominicana, como el Bahía Príncipe de Playa Bávaro, pero no quiere saber nada de los Castro: “Si acaba el bloqueo y puedo comprar y que el hotel sea mío, vuelvo a Cuba. Si no, para un 5% de comisión que ganas allí, no compensa”.

Piñero es la excepción. Basta visitar el stand de Cuba en Fitur para constatarlo: la mayoría de cadenas que han puesto allí oficina son mallorquinas. Están Barceló, Blau, Roc, o Valentín Hoteles, todos de Mallorca. Otros, como Juan José Hidalgo, presidente de Globalia, y Gabriel Escarrer, primer ejecutivo de Meliá, pican a más alto nivel: se reunieron esta semana con Manuel Marrero, ministro cubano de Turismo, que confirmó el interés de los mallorquines por crecer allí.

Y en Cuba dicen que hay para todos. La isla cuenta con 65.000 habitaciones, el 70% en manos de mallorquines. Y el Gobierno cubano planea tener 85.000 habitaciones en 2020 y 110.000 en 2030. De ahí las tortas. Y de ahí las gestiones de Hidalgo para Air Europa y su cadena hotelera (Be Live). “Estamos apostando duro por Cuba. En febrero empezamos a volar allí con el nuevo avión 787, el no va más en aviación. Tenemos cuatro hoteles y estamos esperando la licencia para un resort al final del malecón”, avanza Hidalgo, que avisa: “Lo de Cuba no va tan rápido como se piensa”. Y menos ahora que Trump asoma.