Cómo pasa el tiempo. Parece que fue ayer cuando un brioso president Bauzá correteaba por la feria turística más importante del mundo latino para conseguir que los príncipes se saltasen el protocolo y visitasen las entonces muy españolas y españolistas islas Balears del PP. El infatigable farmacéutico y su 1,90 de estatura siempre bien engominada se movían con vigor detrás de la comitiva real, perseguido a su vez por su séquito presidencial, marcado de cerca por la caravana mediática, un ejército entero de vasallos buscando la aprobación real. Todos en pos del príncipe, para que el heredero Borbón accediese a jugar con las pantallitas de realidad virtual del expresident en el pabellón de cables y aparatejos de Balears.

Ay, qué tiempos, qué bríos, qué tesón siempre recompensado por el entonces príncipe con la visita a su más ferviente hidalgo balear. Nada queda ya de aquello. El príncipe de entonces es hoy todo un Rey barbado y talludo, y Bauzá ya no tiene mando en una plaza en la que la Corona importa un comino: mientras Felipe VI y su reina Letizia recorrían ayer los 14 pabellones y más de 400 stands de Fitur en la inauguración oficial de la feria madrileña, la sucesora de Bauzá, Francina Armengol vivía tan ajena al recorrido real que confesaba que no tenía muy claro ni si el Rey pasaría o dejaría de pasar. Y no pasó, claro, que además hoy Balears luce stand frente a Cataluña,y no están los tiempos para fotos de Borbones y esteladas. Así que lo más cerca que estuvo el monarca de Balears fue con otro Hidalgo, este con mayúscula, pero sin gomina: Juan José Hidalgo recibía a pie de stand la visita del Rey y la Reina a Globalia. Fueron 30 segundos de fotos, sonrisas, frases hechas, inclinaciones de cabeza y apretones de manos entre el emperador de los aviones, sus herederos, y el monarca español. Hay que ver qué rápido crecen los herederos.

Que se lo digan si no a Gabriel Escarrer (padre). Hace un año era él quien recibía a la Reina en el stand de Meliá, donde este año no hay monarcas, pero sí heredero de imperio. Y estrenando corona: Gabriel Escarrer (hijo), nombrado ya oficialmente sucesor en la dinastía de hoteleros más poderosa de Europa, posaba ayer con los hermanos Torres, los cocineros de la tele, y ejercía de anfitrión en el stand de un grupo Meliá cada vez más grande, cada vez más sofisticado, cada vez más global y a la vez más preocupado por una Mallorca de la que presumieron en la presentación mundial de la estrategia del grupo. Hace nada todo pasaba por Cuba y su Fidel, y hoy el mayor de los Castro se ha ido y el nuevo y joven Escarrer de referencia define el Palacio de Congresos de Palma como su "buque insignia". De infraestructura maldita a orgullo de Meliá. Hay que ver cómo pasa el tiempo. Hay que ver cómo cambian las cosas.

Lo nunca visto: Balears luce el stand más chulo de la feria

Tanto cambian los tiempos que está el turismo balear que no sale de su asombro con el stand de las islas en Fitur. Y, albricias (sean lo que fueren las albricias), que esta vez la sorpresa es alegre: el paraíso del turismo mediterráneo por una vez parece lo que es y ha conquistado a propios y extraños con la puesta en escena más aplaudida de la feria. Imaginen si la estupefacción es grande que ya hay quien habla de que Balears puede lograr el premio al mejor stand de la feria, algo tan inaudito que el vicepresident y conseller de Turismo balear, Biel Barceló, aún se enteró ayer de que en Fitur galardonan a los mejores.

Su dinero ha costado, oiga. Es un su de "ustedes", ojo, que en eso también hay cambio: del president boticario y austero con todo menos con el gasto farmacéutico, se pasa al vicepresident republicano y catalanista que tira con generosidad del talonario de todos para sacar pecho en la capital del Reino de España.

Todo cambia, la ironía permanece. Y las islas lucen un stand de 800 metros que ha costado 530.000 euros, muchos más que los 386.000 del año pasado y muchos menos que los 700.000 fundidos en Fitur por vecinos de aspecto más deslucido, como Cataluña, disfrazada de visita a Ikea.

El muy comentado cómic de ´Cosmic´ Bonet y su Mallorca de colorines y dibujos

¿Y qué tiene el stand balear que le hace ser el más chulo? Pues se van a sorprender, pero lo que tiene es que se parece a las islas. Y se van a sorprender aún más: a nadie se le había ocurrido antes promocionar Balears enseñando juntas sus virtudes. Para compensar, este año brillan todas. Preside la entrada una réplica de seis metros del faro del Cap de Barbaria, uno de los más hermosos de las islas de los faros hermosos. A sus pies se mece un mar de luces y peces de colores, proyectado sobre un suelo que cambia más de fondo y forma que la normativa turística del Govern.

Los negocios de estas Balears rediseñadas para parecerse a sí mismas se hacen en mesas de celler y en merenderos cubiertos de bosques, cañizo e higueras, a cuya sombra posaban ayer desde financieros como Xico Tarrés (CaixaBank) y Toni Serra (BMN) a empresarios como la presidenta de la patronal CAEB, Carmen Planas, y el de la asociación de pymes, Antoni Gayá. Todos en buena sintonía, incluso el más asediado y aislado, ese Juan Estarellas que ve poco a poco cómo su alquiler turístico pierde apoyos, "que no votos ciudadanos", recalca.

Pero en estas Balears lúdicas del turismo y el buen rollo ayer se veían pocas ganas de conflicto. Tan pocas que los comentarios más maliciosos cargaban más risa y cariño que mala baba. Se hablaba así de la imagen elegida por el Consell de Mallorca para sus paredes en el stand de Balears: son todo escenas de cómic, con cucarachas manga colgando de la Seu, y personajes como Tintín y Asterix paseando por acantilados y paisajes de la isla.

¿Gusta? En público nadie perturba la calma, pero en las tertulias de corrillo queda claro que la cosa convence poco, más que nada porque no pega con las imágenes impactantes del resto de islas. Aunque justo es decirlo, nadie niega el atrevimiento y originalidad de la apuesta personal por el cómic del conseller insular Cosme Bonet, rebautizado estos días como "Cosmic" Bonet. El aludido acaba de ser padre y este año no ha acudido a la cita con la feria y sus fotos posadas, pero aún así está más presente que nunca: en esta vida que pasa tan rápido, por suerte aún hay niños que no crecen. Balears ya no corre detrás de príncipes y princesas, pero sigue soñando con ellos. Qué dure.