Dar la vuelta a la historia. Convertir las señales de fuego y humo que antaño se utilizaron en las atalayas para proteger Mallorca de la llegada de invasores en una llamada de atención sobre la crisis de los refugiados, "gente que huye de las guerras y el hambre y que muere en el mar".

Son palabras de Martí Mayol, voluntario de Talaies de Mallorca: torres de defensa pels drets humans, una iniciativa nacida en el IES Marratxí e impulsada por la Societat Balear de Matemàtiques, que además de sensibilizar sobre el drama humanitario se propone poner de nuevo en valor el patrimonio de la isla -algunas de las torres han desaparecido ya, otras están en situación límite-y un sistema de comunicación, el del humo y el fuego, con siglos de historia.

"Se trata de hacer una recreación histórica sobre la comunicación entre las atalayas que hay en el litoral de la isla y que servían para alertar a Palma de la llegada de naves", explica Mayol.

Nuevas tecnologías

Aunque con la inestimable colaboración de la tecnología -los participantes se coordinan mediante grupos de Whatsapp y el 'fuego' llegará con bengalas de mar y luz artificial-, un grupo de en torno a 300 voluntarios repartidos por 26 puntos que formaban la antigua línea de comunicación harán el próximo sábado que, empezando por sa Dragonera y hacia los dos lados, primero el humo -a las 13 horas- y luego la luz -a las 18.15- den la vuelta a la isla y acaben llegando a Palma. Al castillo de Bellver, aunque antaño se dirigían a la Almudaina. "Tiene más visibilidad y hemos conseguido la colaboración del ayuntamiento de Palma", justifica el voluntario.

Como carambola, se homenajeará a Joan Binimelis, sacerdote, médico, historiador, geógrafo, cartógrafo y astrónomo manacorí, con motivo del 400 aniversario de su muerte. Contemporáneo de los "grandes desembarcos turcos y norteafricanos en Sóller o Pollença", fue el encargo de perfeccionar un sistema de comunicación heredero de las antiguas guardias secretas -"gente escondida en el litoral que alertaba de la llegada de naves"- y que, aunque presente en muchos otros puntos del Mediterráneo, se encuentra en la isla "muy bien articulado". Tanto que "era posible avisar de si venía solo una barca o una flota de cuarenta, si por un lado o por otro", ejemplifica Mayol.

Su recreación "es algo en lo que los excursionistas de toda la vida habían pensado siempre: 'sería emocionante recuperar la función de estas torres, pero es complicado'", asegura. Tal vez por eso, la iniciativa es ya todo un éxito antes de celebrarse. "Se ha desbocado", reconoce. "Todo el mundo quiere participar. Se ha apuntado el Castell d'Alaró, con gente muy entusiasta que estará pendiente de un telescopio; también el ayuntamiento de Capdepera quiere hacer algo, Lluc e incluso Cabrera participarán", enumera.

También Amnistía Internacional se ha sumado a un proyecto con marcado carácter reivindicativo. "La gente está huyendo de la guerra porque los matan por las calles y Europa no está a la altura. Todo eso se ha mezclado con el problema del terrorismo, pero hay una drama humanitario que no se puede perder de vista", defiende Mayol. El sábado, Mallorca le dará luz.