Hay ideas de sobra para sacarle partido a la ecotasa, lo que escasea es el dinero: el Govern ha recibido 236 propuestas, por valor de 218 millones de euros, para aprovechar los 30 millones de euros recaudados durante el año 2016 con el nuevo Impuesto de Turismo Sostenible. Es decir, seis de cada siete proyectos serán descartados y tendrán que esperar a la recaudación de este año y los siguientes, que rondará los 80 millones anuales, ya con el tributo en vigor durante todo el ejercicio.

No fue el caso de 2016, cuando el Govern no pudo empezar a cobrar hasta julio su nuevo gravamen. Lo bautizaron oficialmente como Impuesto de Turismo Sostenible, en parte para huir del estigma del fracaso de la primera ecotasa (año 2002, con el president Antich). Pero unos meses han bastado para dejar claro que la nueva carga fiscal tiene mucho de ecotasa y muy poco de turística: de los 236 proyectos que compiten ahora por los fondos, 160 son de esencia medioambiental y costarían 157 millones, casi el 72% del dinero pedido en esta primera adjudicación de proyectos. La suma contrasta con la que alcanzan las propuestas con germen turístico, apenas 22 ideas, que costarían 38 millones de euros.

El sector turístico se queda así atrás en la carrera por el dinero recaudado con un tributo que se recauda en las recepciones de los hoteles y las casas y apartamentos vacacionales. Aunque la falta de proyectos aportados por el sector turístico se corrige con propuestas que no lucen el turismo en su ADN, pero son fundamentales para que siga funcionando. Destacan en esta categoría todas las propuestas relacionadas con el saneamiento y abastecimiento de agua, una avalancha de ideas que, en realidad, tiene mucho de denuncia de los atrasos acumulados en inversiones claves para evitar vertidos marinos y cortes de grifo como los sufridos por turistas y residentes en el último verano.

Una prioridad sin recursos

De esa necesidad nacen un total de 116 proyectos, casi la mitad de los 236 presentados. Son suficientes como para copar 95 millones en inversiones, que en la mayoría de los casos no podrán hacerse: aunque el Govern confiesa que la infraestructuras relacionadas con el agua están al límite y se les dará prioridad en la asignación de fondos de la ecotasa, lo cierto es que por ahora solo hay 30 millones en la caja del impuesto turístico. ¿Significa eso que las actuaciones que queden fuera seguirán pendientes? Pues no necesariamente: el Govern aumentó para esto la partida de inversiones, con la idea de ejecutar de una vez reparaciones que ya eran inaplazables hace un lustro. También se espera que lleguen a Balears fondos para este fin prometidos por el Gobierno Rajoy, que lleva cuatro años faltando a su compromiso de enviar dinero para depuradoras.

Así que la ecotasa servirá, como mucho, de parche para la red de abastecimiento y saneamiento. Y más cuando por el tributo compiten también 44 propuestas para financiar actuaciones de protección y recuperación de ecosistemas de las islas y para modernizar una agricultura que se pretende que sea más sostenible y productiva. La rehabilitación de patrimonio histórico y el impulso de la cultura también entran en la ecuación de cara al reparto, con 37 proyectos por un presupuesto global de 38,5 millones de euros. Y aún falta por computar la innovación, también incluida entre las opciones a financiar con un impuesto turístico que vale para casi todo: entran en disputa once ideas relacionadas con la investigación y la innovación, que pide 8,3 millones de euros, el 4% del total, que suenan a poca inquietud para una comunidad que renquea a la cola de la innovación, como la comunidad con menos dinero público y privado para I+D+i.

Los 236 proyectos concurrentes pasarán en las próximas semanas por la mesa de la Comisión de Turismo, órgano de decisión en el que manda sobre todo el poder político de Govern y Consells Insulars, aunque están representados también los sindicatos, las empresas y colectivos relacionados con la agricultura y la protección ambiental. Entre todos decidirán qué 30 millones se ejecutan en 2017 y qué 206 millones esperan a futuros fondos del Impuesto de Turismo , que ya en su primera edición demuestra aquello de que las necesidades públicas tienden a infinito.