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Tribunales

Piden 7 años a los encargados de un piso de maltratadas por vejaciones

La asociación, que se financiaba con dinero público, limitaba la comida a las mujeres y a sus hijos

Edificio de la calle Joan Massanet i Moragues donde se encontraba el piso de la asociación. Lorenzo

Una petición de pena que suma hasta siete años de cárcel es la propuesta que se reclama contra dos de las responsables de la Federación balear de asociaciones de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, que se sentarán en el banquillo acusados de graves delitos. Esta asociación obtuvo una subvención pública para acoger a mujeres víctimas del maltrato, junto a sus hijos, pero ellas aseguran que sufrieron un auténtico calvario durante el tiempo que estuvieron residiendo en el piso que había alquilado la asociación. La subvención pública, que nunca llegó a justificarse, alcanzó los casi 100.000 euros.

El letrado Pablo Alonso de Caso, en nombre de las antiguas trabajadoras de este piso, ha presentado un duro escrito de acusación contra los dos responsables de esta asociación, en el que detalla los episodios de humillaciones constantes que sufrieron las mujeres a las que tenían que proteger. El letrado pide para los acusados Alberto H.P. y Juan Carlos N.G. penas de tres años y medio de cárcel para cada uno, más una larga pena de inhabilitación. Se les imputa, entre otros, los delitos de exhibicionismo, injurias, coacciones y malversación.

La asociación alquiló un piso en Palma al que llamaron "El Hilo de Ariadna". Allí trabajaban cuatro personas, que muchas veces no cobraban, para atender a las mujeres que habían pedido un refugio para ellas y sus hijos tras ser víctimas de malos tratos. Los responsables del proyecto obligaban a las mujeres a que a las ocho de la mañana abandonasen el piso y no podían regresar hasta las dos de la tarde. Otro de los problemas era la falta de comida. Los gestores del piso de protección apenas proporcionaban alimentos a las mujeres protegidas. Una de las acusadas, según se detalla en el escrito, solía decirles a las mujeres que "no pasaba nada si no comían los niños, ya que tenían reservas de sobra para aguantar". También se excusaba en la crisis económica para no darles alimentos o que "eran unas inútiles porque no sabían hacer nada".

Las víctimas denunciaron que el trato habitual que recibían era de humillación, como por ejemplo cuando se les recordaba que eran malas madres o que no era extraño que sus maridos les hubieran agredido. Esta asociación tenía otro piso. Allí se organizaban fiestas. Las mujeres protegidas y sus hijos eran obligados a acudir a estas fiestas para que hicieran la comida o la sirvieran a los invitados. En ocasiones, según declararon los testigos, en estas fiestas se lanzaban la comida como parte de un juego. Las mujeres, al ver el derroche que se hacía, se lanzaban al suelo para recoger las sobras, las guardaban y después se las comían.

Uno de los episodios que se detalla es que los responsables del centro obligaron a las mujeres y a sus hijos a que visitaran el belén que se había montado en una sauna gay de Palma. A otra de ellas también le propusieron que vendiera el carrito de su bebé para poder comprar comida.

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