El director emérito del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), Millán Millán, vincula el fenómeno atmosférico de esta semana a la existencia de un cambio en los patrones de la temperatura del agua en el Mediterráneo que se une a otros factores "más clásicos" como el del viento húmedo de levante o el frío en altura que favorece la condensación.

Millán destaca en este último episodio de lluvias torrenciales el hecho de que fuera visto en toda su intensidad "con antelación" por los modelos meteorológicos, así como la persistencia y duración de las precipitaciones. Respecto a la antelación y exactitud de lo predicho, Millán cree que el modelo europeo y sus desarrolladores han visto finalmente la importancia del "efecto lago" que supone el Mediterráneo y su capacidad para saturar de humedad los vientos marítimos cuando está caliente.

"Creo -asegura Millán- que aunque es muy difícil de modelizar y parametrizar la interacción entre la temperatura del agua y la incorporación de humedad al aire que barre el Mediterráneo parece que ha sido finalmente añadido a los modelos no tanto porque se haya dado con la ecuación perfecta que represente este fenómeno, sino porque quienes perfeccionan y mejoran el modelo han incorporado algo que saben que ocurre y provoca un impacto sobre la precipitación", explicó al científico.

Respecto al hecho de que las precipitaciones hayan sido muy persistentes desde la pasada semana, Millán asegura que este tipo de episodios han perdido "capacidad" para enfriar las aguas del Mediterráneo debido al aumento de la profundidad de la columna de agua caliente en este mar, a causa, entre otras cosas, de la escasez de tormentas veraniegas.

"El viento circula por encima del mar cálido y va cargándose de humedad, da igual que lo empuje una borrasca al sur o un anticiclón en Centroeuropa y cuando impacta con las montañas precipita torrencialmente", explicó Millán.

No enfría

"En este camino ocurre como cuando soplamos sobre un café demasiado caliente: se enfría. En el mar, el agua así enfriada se hunde y surge agua situada más al fondo que ya apenas recarga vapor de agua porque le falta temperatura", añadió el científico. Es lo que ocurría hasta ahora, matiza, aunque otros fenómenos también estudiados por el CEAM, como la falta de tormentas en verano, mantiene más tiempo el agua caliente. "El problema es que si antes el agua caliente estaba solo en los primeros metros de la columna de agua, ahora tiene cuarenta metros de espesor y el agua que se enfría y se desploma es sustituida por otra casi igual de caliente que sigue alimentando de humedad las nubes", apostilló.