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Negocio redondo en un aeropuerto al límite

La terminal de Mallorca gana casi 200 millones al año, pero apenas cincuenta revierten en las instalaciones

Cuenta un alto cargo del Govern Bauzá (PP) que cuando en 2014 llamaron al Ministerio de Fomento para pedir información sobre la privatización de AENA y sugerir de paso que se dejase fuera de la venta de los aeropuertos españoles la terminal de Mallorca, al otro lado del teléfono solo se oyó una carcajada. "No es fácil hacerse entender desde Balears en Madrid en cuestiones como la insularidad y la conectividad, pero en cambio lo de Son Sant Joan lo entienden muy bien: es una máquina de hacer dinero", razona hoy aquel antiguo alto cargo, que cree que es precisamente el éxito económico del aeropuerto el que priva a Balears de participar en la gestión de las pistas y sus programación de vuelos.

El comentario del alto cargo de Bauzá lo repiten hoy en el Govern de la presidenta Francina Armengol (PSIB) y Biel Barceló (Més), el vicepresidente, que tiene claro que los casi 200 millones de beneficios que aporta a AENA Son Sant Joan hacen imposible que una empresa hoy en un 49% privada renuncie a su mejor activo. Por eso el discurso hace tiempo que ha cambiado: ya no se pide el control en Balears de los aeropuertos de las islas, basta con, al menos, tener voz y voto en las decisiones clave. "La privatización implica que pueden decidir sobre los aeropuertos de las islas intereses privados, que son legítimos, pero pueden entrar en colisión con los de la sociedad balear", resume Barceló, que asegura que es preciso aumentar la presión para impedir que en Son Sant Joan se decida "mirando solo el negocio puro y duro".

En juego está el control de la puerta de entrada a una isla que hoy debate sobre si está saturada o aún puede recibir más turistas. Lo recalca, por ejemplo, Marc Pons, el conseller balear responsable de la política aeroportuaria, que continúa trasladando propuesta para que el Govern y representantes de la sociedad civil y el empresariado se sienten en la mesa en la que se definen las estrategias del aeropuerto. No ha habido éxito, reconoce Pons, que recalca que en el Ministerio de Fomento aceptan hablar de todo hasta que se llega al tema de la participación de Balears en la gestión del aeropuerto. "Es una infraestructura muy lucrativa", sintetiza.

Del lucro como único eje también se quejan técnicos y profesionales del aeropuerto. Cada año Son Sant Joan aporta a las arcas de AENA 200 millones de euros, pero apenas 50 vuelven cada año para financiar inversiones en la terminal. Y falta hacen, dicen en la torre de control, en la que ofrecen un ejemplo: Son Sant Joan tiene capacidad para asumir 66 operaciones por hora, pero en 2015 hubo picos de 87 y en 2016 se superaron las 100 por hora. "En verano estamos tan ajustados que nos podemos encontrar superados, algo que en AENA no ha pensado, porque está contando euros", denunciaba este verano en estas páginas un controlador de Son Sant Joan.

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