Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Consumo

La Navidad recupera el apetito (y los euros)

Los precios del mantel navideño están más caros, pero aún así se notan las ganas de gastar

La zona de pescado del Olivar, este sábado. b. ramon

Gorro navideño, mandilón de pescadera y más público mirando al mostrador de hielo y peces que en la grada de Son Moix cuando juega el Mallorca: es Navidad en el mercado del Olivar. Y en los demás, claro, que comparten bullicio y apetito por el exceso, en esta Navidad que recuerda a las de antes. Y no piensen en villancicos y belenes. O sí, pero el regreso al pasado del que hablamos es más prosaico, un camino de vuelta a la esencia de la fiesta en el mundo rico, es decir, el dinero y sus caprichos, que parecen dejar atrás años de crisis, apreturas y miedos: "Hacía años que no pintaba tan bien. La gente está comprando más. Y la semana que viene esperamos que vaya aún mejor", cuenta la pescadera, cuchillo y lubina en mano.

Es sábado, falta una semana para Navidad, y pese a ello los precios son muy parecidos a los que el año pasado se cobraron en las mañanas más caras, las más cercanas a la mesa de Nochebuena. "El pescado mallorquín está ya más caro y subirá más. O eso esperamos", añade risueña la pescadera, alegre por cobrar más. Y por que se lo compren. Que esa es la cuestión: las ganas de gastar han vuelto. Tanto es así que la clientela no pierde el espíritu felizmente consumista ni cuando ven la factura. "Es normal que estén contentos. Han pasado años muy malos, y ahora que algunos ya podemos gastar más, pues nos alegramos de hacerlo. Es buen síntoma que ganen más dinero en el mercado: si ellos están contentos es que nos va mejor a todos", resume Maria Pons, 64 años y la responsabilidad autoimpuesta de hacer el menú navideño para hijos y nietos. "Y con mucho gusto", añade.

Es el espíritu de la Navidad hecho clienta generosa, alegre por poder gastar lo que otros años no pudo. O no quiso. "Habríamos podido, pero como no sabíamos lo que iba a venir, pues había más miedo, y fuimos con cuidado", abunda la señora Pons, metida a economista de andar por casa. O de andar por el mercado. Como Irene Soler, 31 años, que interpreta de otro modo la alegría consumista que observa en el Olivar. "Los que están en este mercado de compras es porque pueden, pero creo que quienes podían gastar durante los peores años de la crisis, ahora pueden más, mientras que hay mucha gente que sigue pasándolo mal, y directamente, no vienen al Olivar a comprar". ¿Y qué hace la analista en el mercado? "Yo soy de las que directamente no pueden venir a comprar al Olivar. Es muy caro. Pero he quedado para tomar un café", aclara.

Y para que vean los caprichos de esa ciencia esencialmente inexacta que es la economía, tanto Maria Pons como Irene Sóler encontrarían datos económicos que les dan la razón. A Maria: el consumo lleva casi dos años seguidos al alza, contribuyendo de tal modo a la recuperación que Balears es ahora mismo la región europea que más crece. A Irene: ese avance macroeconómico por la autopista de la prosperidad sigue dejando a personas en la cuneta, como desnudan los datos de reparto de la riqueza, que muestran cómo crece el número de millonarios mientras el estrato de población con ingresos más bajos se ensancha sin remedio.

Así que ambas analistas de mercado prenavideño tienen parte de razón, solo que en el Olivar manda la teoría del consumo disparado. Incluso disparatado: dice la Organización de Consumidores y Usuarios que las compras están aumentando pese a que los productos están "sustancialmente más caros que el año pasado". Lo detallan con datos: el cordero cuesta un 28% más que la Navidad pasada, mientras el pescado en general se ha encarecido un 20%.

Los precios no dan tanto miedo

¿Asusta? "Otros años la gente se lo pensaba más y buscaba opciones económicas, pero esta vez lo que nos llega ya más caro es encima lo más demandado, con lo que todavía subirá más", comenta Tomeu, pescadero él. Y avisa: "La semana que viene algunos productos saldrán por el doble. Como los piden más, suben más. Es la pescadilla que se muerde la cola". Salvo que no es una pescadilla la reina de la inflación: en Mallorca el manjar de espina más caro es el mero, que a una semana de Navidad cotiza ya a 46 euros por kilo. Si en buscan concha, nada más costoso que el carabinero gigante, que deja el fondo del mar para subirse a la parra y venderse por 84 euros el kilo.

¿Y la gamba de Sóller? Cara. A 57 euros la más grande, que no son los 185 que piden por el mejor jamón del mercado, pero ya son. Da fe de ello el concejal y futuro alcalde Toni Noguera: "Veníamos a por gambas, pero ¡ostras!", dice entre risotadas.

Consejo prenavideño: dejen de mandar Christmas. Si quieren felicitar la Navidad háganlo en persona: un paseo de sábado por el mercado y se cruzarán con todo el mundo. Solo unos pasos más allá del futuro alcalde comenta la subida de precios con guasa un conocido hotelero mallorquín: "No se habrá repartido tan mal la riqueza como publicáis algunos, si la gente compra con estos precios". El hotelero asesta la pulla con una carcajada y una palmada en el hombro, que duele menos. Al otro lado de la barra, en el bar Petit del mercado, comparten análisis y añaden un augurio: "La gente sabe que los precios se disparan los últimos días, y aún así muchos dejan la compra para el final. Pero es igual, este año se nota otra vez ilusión, que ahí atrás no había ni trabajo ni ilusión", cuenta el camarero, consciente de que gastar es un placer. Cuando se puede.

Compartir el artículo

stats