Gabriel Escarrer Juliá deja la mayor cadena hotelera de Europa en manos del menor de sus seis hijos. Gabriel Escarrer Jaume (Palma, enero de 1971) se convierte así en el primer directivo del grupo Meliá. Según comunicó ayer la propia cadena hotelera a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, el todavía presidente y fundador deja de tener atribuciones ejecutivas, aunque seguirá como presidente no ejecutivo del consejo de administración y de la junta general de accionistas.

Queda así completada la sucesión al frente de la cadena líder del mercado europeo. Aunque no hay sorpresas en el relevo. En el año 2009, Gabriel Escarrer Juliá, que había fundado el grupo hotelero en 1956, colocó a dos de sus hijos al frente de la compañía como vicepresidentes. Sebastián Escarrer Jaume, el mayor, abandonó su puesto en el año 2012, con lo que Gabriel Escarrer Jaume se convertía de facto en el heredero y primer ejecutivo del imperio hotelero, que acaba de cumplir 60 años.

Ahora la supervisión ejecutiva de Gabriel Escarrer padre deja de existir, aunque en fuentes del grupo cuentan que el fundador de la cadena sigue acudiendo a diario a la cita con el negocio que él mismo inició a los 21 años, con la inauguración en Palma del hotel Altair. Ahora, a los 81 años, Escarrer Juliá lega una compañía que acaba de regresar a esa zona noble del empresariado español que es el Ibex 35, el índice bursátil que agrupa a las 35 mayores empresas cotizadas del país.

Desde aquel 1956, Meliá ha pasado de dirigir en régimen de alquiler un establecimiento de 60 habitaciones a gestionar 380 establecimientos en 41 países del mundo y dar trabajo a casi 40.000 personas. En ese salto cualitativo y cuantitativo ha participado activamente el nuevo primer ejecutivo de Meliá, Gabriel Escarrer Jaume, que como vicepresidente y consejero delegado desde 2009 ha diseñado la modernización tecnológica de la cada y una expansión internacional definida por la fuerte presencia en Mallorca, el Caribe y, cada vez más, Asia y África.

El resultado de ese trabajo compartido por padre e hijo ha sido una fuerte reducción del endeudamiento de Meliá, combinado con un rápido incremento del número de camas y establecimientos gestionados. El modelo, que pone el foco en la gestión de las marcas y relega la apuesta por la propiedad de los hoteles, ha resultado ser de éxito: entre enero y septiembre de este año la compañía elevó un 74% sus beneficios, que ascendieron a 92 millones, apoyados en la buena marcha del negocio en España y Mallorca y en las cifras positivas en su otra isla de referencia, Cuba.

Allí, Gabriel Escarrer Juliá forjó una sólida alianza con los Castro, que le llevó incluso a enfrentarse a los Estados Unidos y su bloqueo. El resultado es que Meliá controla en Cuba 27 hoteles, casi la mitad de los 60 detentados por mallorquines. Fuera de Cuba, la expansión ha sido tan fuerte que el grupo ya factura el 70% en dólares, explica el hijo menor y heredero del poder en Meliá, que ha recibido una formación orientada en todos sus pasos a la llegada de este momento.

Nacido hace 45 años en Palma, Escarrer Jaume se graduó en finanzas en la renombrada Wharton School de la Universidad de Pennsylvania (Estados Unidos), antes de trabajar tres años en un banco de inversión y dar el salto a la directiva Meliá, donde asistió a las salida a bolsa de la cadena en el año 1996.

Viajero empedernido por obligación profesional, herencia genética y pasión personal, Gabriel Escarrer Junior, como se alude cariñosamente a él en el sector, es uno de los grandes adalides de la lucha por transformar el turismo mallorquín en una referencia de calidad. Su impronta está en los hoteles de lujo de Meliá en Indonesia o Tailandia, pero también en el proyecto Calvià Beach, con el que los Escarrer lideran un intento de dejar atrás la mala imagen proyectada sobre la isla por Magaluf, para alumbrar una Mallorca cinco estrellas que huya de la masificación y se centre en la calidad.