Poco a poco va terminando la instrucción de los numerosos casos de corrupción que se tramitan en los juzgados de Palma, en los que Maria Antònia Munar aparece como principal acusada.

Con suerte, la expresidenta de Unió Mallorquina únicamente tendrá que sentarse en el banquillo de los acusados dos veces más, o incluso puede que una tercera, dependiendo de las pruebas que aporte la acusación sobre el caso de la financiación ilegal de Unió Mallorquina.

El panorama a corto plazo de Munar, antaño la política más poderosa de Mallorca, no puede ser más negro. En su contra se han dictado cuatro sentencias condenatorias, tres de ellas firmes, y ello la obliga a cumplir una condena de once años de prisión. Pero además, la fiscalía reclama otros trece años más. Por una parte, solicita siete años de cárcel por el caso Estudio Media y otros seis años por el caso Son Oms, en el que se le acusa de haber recibido un soborno económico de 400.000 euros.

Munar está derrotada, tanto políticamente como moralmente. La confesión que realizó en el último juicio de Can Domenge demuestra su penosa situación. Hasta no hace mucho era impensable que la política, que se había mostrado muy enérgica en los juicios que afrontó, confesara ante un jurado popular que era una corrupta y que había aceptado un soborno económico a cambio del proyecto de Can Domenge. Ella misma lo señaló: "Estoy arruinada".

La expresidenta del Consell de Mallorca lleva tres años en prisión, pero no termina de acostumbrarse al régimen penitenciario. Aún le queda mucho tiempo para salir de la cárcel, incluso de permiso.