-¿Qué tal las relaciones con las Administraciones isleñas tras el cambio de color político?
-Con el Govern tenemos buenas relaciones. Nos hemos encontrado con una gente que coincide con nuestro discurso y con un conseller valiente en algunos temas. Con el Consell de Mallorca nos ha costado tener una relación más próxima, aunque es verdad que ahora nos hemos sentado a negociar el tema del plan director sectorial, aunque va lentísimo y diría que llevamos un año de retraso. Este punto es fundamental, porque va a ser el que nos va a marcar el dibujo del comercio y del territorio durante los próximos lustros, y nos preocupa que vaya tan lento. Con el ayuntamiento de Palma es una relación de día a día, más de ir por casa, y por eso tenemos nuestros conflictos más calentitos, como en el caso del alumbrado navideño, que nos parece muy negativo. Y nos peleamos, que si Palma está sucia, que si tiene que haber más seguridad... Pero por contra, en el tema de la venta ambulante pensamos que se ha actuado correctamente, aunque es verdad que se ha vaciado el centro de la ciudad pero se han ido a la Platja de Palma, cuyos comerciantes se quejan mucho en este aspecto. Es el día a día, te cruzas más y hay más codazos. Globalmente, se trata de personas con la que se puede dialogar, aunque con algunos departamentos nos cueste más que con otros.
-La negociación del convenio colectivo del sector, el segundo más importante de las islas, está paralizada. Los empresarios ofrecen una subida salarial del 5,5% en tres años pero piden rebajar el plus por trabajar en festivo.
-Con nuestra oferta, los trabajadores ganan más de lo que les pedimos que recorten. El tema de los festivos solo afecta a un 10% o un 15% del sector, mientras que la subida del 5,5% o del 6% alcanza a todos los asalariados. Damos mucho más de lo que pedimos, pero es cierto que estamos enrocados ahí y es el punto más caliente. Las plantillas llevan cuatro años con los salarios congelados, pero en ese tiempo la inflación no ha subido.
