"Negociamos con el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) la creación de un Instituto de Biología Regenerativa en un complejo científico del Parcbit que preveíamos abrir a finales de este año, circunstancia que al final no se va a producir porque el propio CSIC nos comunicó que no era posible crearlo ya que no reunía los requisitos exigidos", explica Josep Lluís Pons, director general de Innovación e Investigación que ha estado negociando en estos últimos meses con la institución estatal otras vías de colaboración.

Preguntado sobre si el científico Daniel Bachiller y sus líneas de investigación hubieran tenido cabida en este Instituto de Biología Regenerativa, Pons responde que sí, que este es precisamente su campo de experimentación.

Aunque admite que sí ha tratado con el científico podemista, como lo hace con todos los investigadores de esta comunidad por su cargo, niega no obstante que Bachiller o la Fundación Caubet Cimera haya dependido en ningún momento de su dirección general.

En el correo electrónico reproducido sobre estas líneas y fechado el pasado 12 de febrero, un día antes de que DIARIO de MALLORCA publicara en exclusiva las denuncias del comité de empresa del IdISPa sobre el trato de favor que recibía el alto cargo de Podemos suspendido de militancia cautelarmente, el propio Bachiller remitía a Pons para cualquier aclaración y recalcaba que de su dirección general "la Fundación Caubet-Cimera depende ahora".

Los investigadores del IdISPa también denuncian, como muestra del predicamento de que Bachiller gozaba en esta dirección general de Més, que la segunda de Pons, Bàrbara Terrasa, en connivencia con Bachiller, intentó evitar el traslado de material de laboratorio desde el Joan March a Son Espases el pasado mes de enero. Pons confirma que Terrasa es su jefa de servicio de Investigación y que se encontraba casualmente visitando a Bachiller en el Joan March cuando se produjo el incidente. "Yo estaba en Menorca y me llamaron porque Bachiller quería saber qué estaba pasando y si el traslado, que finalmente se hizo, contaba con la autorización del CSIC", concluye Josep Lluís Pons.