Rajoy se ha apiadado de noso-tros, nos ha dispensado de compartir su último garabato gubernamental. Debió presentar su gabinete el martes, Día de Difuntos. Menos mal que no ha incluido ministros mallorquines, en un Gobierno tan endeble que hasta José Ramón Bauzá encontraría en el ejecutivo a políticos de su nivel. Se comprende el dilema sucesorio del PP, cuesta encontrar a un político isleño a la altura de Jaume Matas, que tanto ennobleció la función ministerial en compañía del mismo Rajoy de antes. O eso asegura Francisco Correa.
Para el PP mallorquín había una hipótesis más decepcionante que quedarse sin ministro, porque el nombramiento de Bauzá hubiera hundido a los conservadores en la desolación. Rajoy ha evitado proporcionar esta satisfacción a la izquierda. El presuntuoso expresident es el autor de la frase "pueden borrarme de las quinielas para el Gobierno", cuando nunca ha figurado en las previsiones.
Con todo, catorce años de ausencia de un ministro mallorquín confirman nuestro nulo peso en la política estatal. Solo servimos para recaudar impuestos. Ni siquiera tiene mérito predecir que Balears será la comunidad más maltratada por el Gobierno absoluto de Rajoy. Si necesitan documentar la magnitud del ensañamiento, el presidente aprovechó sus dos discursos de investidura para agradecer expresa y reiteradamente la presencia en sus filas de Unión del Pueblo Navarro, del Partido Aragonés Regionalista y del Foro asturiano de Álvarez Cascos.
Rajoy ni siquiera agradeció al PSOE que lo aupara a la presidencia. Desterró a los socialistas al sufrido apartado de "otros", como si ya estuvieran extinguidos y quién se atrevería a desmentirle. Sin embargo, el presidente se deshizo en elogios hacia la Coalición Canaria de Ana Oramas. No es de extrañar que el líder del PP se refiera a "la isla de Palma de Mallorca", una pista sobre la formación declinante de los registradores de la propiedad. Solo reconoce al archipiélago canario. No somos ni islas adyacentes.
Navarra, Aragón, Asturias, Canarias, y acabamos de empezar. Por si el PSOE desobedece a su líder Rajoy y vota a la izquierda en alguna ocasión a lo largo de la legislatura, el PP cuenta con la posibilidad de tantear al PNV. Sumen el País Vasco aforado y aforrado a la cesta de la compra de inversiones, financiaciones y fiscalidades. A los catalanes no hay quién les tosa, y Rajoy sabe que la ejecución de Pedro Sánchez se debe a la conjura de los socialistas de Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha y Valencia. Más beneficiarios.
Murcia y La Rioja están gobernadas por el PP con el apoyo inquebrantable de sus hermanos de Ciudadanos, por lo que serán protegidas. En Galicia hay que castigar al brillante Alberto Núñez Feijóo, pero al fin y al cabo es uno de los nuestros. Por tanto, Balears sufrirá en solitario. Con la posible compañía de la Cantabria de Revilla, el mejor analista político.
El consenso del Pacto de Progreso ha decretado que Vicenç Vidal fue la víctima del Consell de Govern que acabó con la estampida de Més, escenificada por Fina Santiago y Ruth Mateu además del citado. Sin embargo, el titular de Medio Ambiente es un mago a la hora de empeorar conflictos peliagudos. El jueves, y sin que nadie le preguntara, Vidal detalló el "buen rollo" del Govern en que "cualquier día nos encuentran tomando unas cervezas, con Iago Negueruela y Cati Cladera". De acuerdo en singularizar a la segunda, coprotagonista del duelo de improperios pero, ¿por qué citar al conseller de Trabajo, confirmando la dimensión de la disensión y su orientación hacia el vodevil?
Balears es la región con menor gasto sanitario per cápita, 1.056 euros frente a una media estatal de 1.219. Esta diferencia se mide en vidas humanas, y eleva a un 31 por ciento la proporción de la población con seguros privados. No es de extrañar que la bonanza propicie efusiones eufóricas en los despachos, pero no conviene excederse. Gertrude Stein le dijo a Robert Graves que Mallorca era el mejor sitio para vivir "si puedes soportar tanto paraíso". O sea, "si puedes pagar tanto paraíso".
Hablando de sanidad y de parejas, la separación de Pedro J. Ramírez de mi amiga Agatha Ruiz de la Prada me traslada a la cena que el no matrimonio compartió con la pareja real de la sanidad privada mallorquina, con asistencia de Maria Antònia Munar. La presidenta de UM y de todo lo demás planteaba unas operaciones tan arriesgadas, que el periodista se sintió obligado a recordarle que su comportamiento podría accarrearle consecuencias judiciales. Todavía resuena en mis oídos la respuesta de Lady Diada:
-Tú no sabes quién es Maria Antònia Munar en Mallorca.
Hemos sido el destino obligado de Papas y reyes, pero dos presidentes estadounidenses a la vez constituirían un nuevo record. En la foto de B. Ramon que hoy nos ilustra, el entonces presidente Bill Clinton y la posible futura presidenta Hillary Clinton comparten una visita al castillo de Bellver con los Reyes eméritos. En aquel julio de 1997, el extasiado inquilino de la Casa Blanca disertó sobre los "arcos góticos", porque "nunca en mi vida había visto una construcción como ésta". Mallorca significó un paréntesis en la relación con Monica Lewinsky del estadista que admiraba profundamente a Juan Carlos de Borbón. Su esposa se compró un collar de Perlas Majorica de cuarenta centímetros de longitud, color rosa, una sola vuelta y diámetro de doce milímetros. Tal vez lo luzca este miércoles. Vean Que Dios nos perdone, estupenda teleserie de diez horas comprimida en dos, donde Antonio de la Torre cede por primera vez el liderazgo a un arrollador Roberto Álamo. Vayan con el estómago vacío.
Reflexión dominical potable: "Si crees que internet es tan importante, prueba a vivir sin agua corriente".
